Irina Ravelo Rodríguez (Cuernavaca, México, 1980) lleva cinco años viviendo en la ciudad. La historiadora, que trabaja como técnica de apoyo a la tramitación digital en Mas Carandell, es la impulsora del proyecto educativo Calmécac –actualmente acogido por el Centre Cívic Mestral–. Desde su llegada a la capital del Baix Camp se ha volcado en integrarse en la vida asociativa de la ciudad, ya que forma parte del Círculo de Mujeres de Reus y colabora con la cooperativa de cuidados Les Abelles.
Llegó a Reus hace cinco años. ¿Cómo y por qué vino a vivir a la ciudad?
Me trajo, junto con mi pareja, un proyecto de emprendimiento de una empresa japonesa, pero la iniciativa no funcionó.
¿Conocía antes la capital del Baix Camp?
No, anteriormente viví en Barcelona y en Solsona.
¿Cuál fue su primera impresión?
Me pareció una ciudad muy bonita. Venía de la Ciudad de México, que es un monstruo maravilloso, y Reus es una ciudad pequeña, concéntrica y acogedora. Además, su historia es muy atractiva e interesante, así como el patrimonio modernista. Reus me parece una ciudad habitable y amigable, tanto en coste de vida como en servicios.
Fue la impulsora del proyecto educativo Calmécac.
Desde los 19 años en México estuve involucrada en la Asociación Calmécac, fundada por mis padres junto a otras personas de distintos orígenes. Era una asociación dedicada a la investigación, acción y capacitación para el desarrollo comunitario. Así, y con esta experiencia, cuando llegué aquí impulsé una iniciativa similar a nivel educativo.
¿Siempre se ha sentido atraída por la enseñanza?
Sí, siempre me ha gustado aprender y educar en tanto que significa promover el amor por el conocimiento, más que colmar a los niños de datos.
En este caso, ¿qué herramientas utiliza para promover esta estima?
Dentro del constructivismo, siempre utilizo clases dinámicas que implican juegos matemáticos, el cálculo mental, la lectura en voz alta y la reflexión, etc., siempre con amor.
A lo largo de su vida, ha migrado en diversas ocasiones. ¿Qué ha aprendido de cada una de las experiencias?
He experimentado muchos tipos de migraciones, incluso he migrado dentro de mi propio país. Cada una es diferente y las condiciones que te empujan a migrar son determinantes. Todo ello me ha llevado a tener una mayor conciencia sobre el origen y de cómo las condiciones en que se migra determinan la integración de una persona. No es lo mismo venir como estudiante, que hacerlo con familia, por la responsabilidad que implica; o con papeles o sin ellos.
¿Qué ha sido lo más difícil?
El tener unas expectativas y que la realidad no se correspondiese a la idea que teníamos, como nos ocurrió con el proyecto de reemprendimiento. También, por ejemplo, mi esposo cuando emigró a México tuvo mejores oportunidades, por su origen. En cambio, no son las mismas que yo tuve cuando llegué a Catalunya al insertarme en el mundo laboral. Tuve que hacer borrón y cuenta nueva respecto a mi desempeño laboral. Por esta razón, emigrar implica una oportunidad para dar y recibir.
Desde su llegada, se ha esforzado por conocer la vida asociativa.
Coincidir con otras personas migradas en la ciudad ha sido un factor de integración muy importante. Una amiga que vivía aquí, Viviana Sánchez, directora de Mexicaña, la única compañía profesional de danza folclórica mexicana asentada en Europa, nos integró en su círculo social y de amistades, abriéndonos las puertas de Reus. A través de Calmécac me he vinculado con otras entidades latinoamericanas, como Madre Tierra, Asociación de Mujeres Latinoamericanas, Asociación de Bolivianos, de República Dominicana, Kamana, entre otras, y juntas hemos generado un movimiento de sinergia.
¿Qué son las redes de contención?
Las redes de contención son la base de la sociedad, es decir, son una red de relaciones que generan el sentido de pertenencia, de apoyo mutuo, en una palabra, de comunidad.
¿En qué proyectos está actualmente involucrada?
Estoy cursando el último año del Doctorat en Estudis de Gènere: Cultures, Societats i Polítiques en la URV, a tiempo parcial. Además, desde febrero de este año también trabajo para Mas Carandell como técnica de apoyo a la tramitación digital. Desde que llegué a la ciudad es el empleo más estable que he tenido, por lo que estoy muy agradecida por la oportunidad; doy lo mejor de mí y lo disfruto.
¿En qué ayuda a los usuarios de Mas Carandell?
En hacer trámites administrativos como consecuencia del proceso de digitalización, ya que muchas veces las personas no cuentan con las competencias o no tienen los recursos materiales en casa.
¿Qué expectativas tiene de cara al futuro?
Procuro ser cauta porque cuando me he creado demasiadas expectativas, a veces, he chocado con ellas. Pero puedo decir que deseo seguir trabajando por la consolidación del proyecto de bienestar comunitario mediante programas educativos, de capacitación y de investigación feminista, desde una mirada intercultural e interseccional.