Ya anticipaba el elefante del Trapezi –el icono más identificable de la Fira– que la última jornada de esta edición iba a concluir por todo lo alto. Él fue el gran protagonista del espectáculo itinerante Tenet, ofrecido por la compañía Eunoia Kolektiva.
Desde la plaça del Castell, con un sol resplandeciente que lucía por las céntricas calles de la capital del Baix Camp, el espectáculo reflexionó sobre lo aburrido de la monotonía. Un total de ocho acróbatas, junto al elefante, recorrieron durante 45 minutos el casco antiguo reusense.
Su obra fue una transición entre la perfección y la improvisación. Entre lo que supone vivir bajo las estrictas normas de lo perfecto, lo bello y lo armónico, y la diversificación, la asimetría y la rotura de moldes.
Una metamorfosis que transporta a la locura impulsada por la conciencia colectiva, ya que vivir anclado en el rigor y la excelsitud se torna tedioso al final. Todo aquello que era bello pierde su atractivo y parece mecanizado.
Pero Tenet se abona a un descontrol acrobático que contagió a toda la parroquia que siguió a Eunoia Kolektiva por Reus, ocho artistas que mostraron que la unión hace la fuerza y que, cuando un grupo de este calibre se coordina, la locura está servida.
Una locura que hace de la acrobacia su imperante norma, aclamada por un público familiar y de todas las edades –ya habitual en las obras itinerantes que se representan en el Trapezi–. Ese público también fue partícipe del espectáculo, y es que la compañía requirió la ayuda de los más pequeños de la casa para que estiraran la cuerda y movieran al emblemático elefante.
Esas niñas y esos niños también disfrutaron y rieron con la propuesta de la compañía Jimena Cavalletti en la Bassa del Mas Iglesias, donde interpretaron su espectáculo B.O.B.A.S. Banda Orquestal Benéfica de Actos Sepulcrales, que, desde un punto de vista humorístico, saca a relucir el empoderamiento femenino para destacar la importancia de que materias como esta se pongan sobre el tapete.
B.O.B.A.S. es una humilde banda musical formada por tres mujeres que organizan ceremonias de entierro, pero, para más inri, en esta en particular, no aparecen dos actores esenciales: ni el cura ni la persona fallecida. Así, el espectáculo consistió en una espera de 50 minutos amenizada con toques cómicos.
Sirviéndose de una trompeta, un bombardino, una caja y un platillo, el trío, sin soportar la tensión que generan este tipo de actos, transformó una situación donde el drama es el elemento principal a un paisaje donde la risa, aderezada con una serie de accidentadas y jocosas situaciones, fue ganando importancia.
Ni el sol abrasador fue un impedimento para el disfrute del público que se encontraba en el Mas Iglesias, que también asistió a otras obras como La Caravana del Dr. Masterfil, de la compañía Eudald Ferré & Cia. Passabarre; Kaboom!, de la compañía Sabanni, y 99cm, de la artista Iara Gueller.
Como la mayoría de esos espectáculos no coincidieron a la misma hora, los asistentes pudieron combinar sus horarios para poder ver varias obras durante toda la calurosa mañana.
Y es que ayer era el día más ajetreado: casi cuarenta espectáculos programados, así que, pese a la imposibilidad de verlos todos, para aquellos que no quisieran acabar dando más vueltas de las necesarias, una buena planificación fue esencial.
Para vueltas las que dieron los tres intérpretes de la obra Masacrade, de Marcel et ses drôles de femmes, que ha aprovechado este Trapezi para llevar a cabo el estreno de su nuevo espectáculo.
Una interpretación de 45 minutos de acrobacias imposibles enmarcadas en siete actos de trapecio mini volante.
Vuelos sin motor, pero no sin un concepto sobre el que reflexionar. En este caso, fueron la vida y la muerte las protagonistas conceptuales y tragicómicas de las hazañas gravitacionales de los artistas, que también le dan vueltas al número siete.
Son siete actos, siete maravillas, siete veces que hay que hacer girar la lengua antes de hablar y, en lugar de siete vidas, siete muertes.
Guiados por una voz en off, a través de su viaje rompieron tabúes hablando sobre el tema con naturalidad y ligereza. Algo que gustó y mucho al público que llenó el aparcamiento de Sant Francesc.
La meditación también estuvo presente en Lady Panda, obra de Clara Poch/Mumusic Circus, que trató diferentes cuestiones: el impacto que tiene el paso del tiempo y cómo este influye en las discrepancias humanas.
A través de dos artistas, el espectáculo se expresó mediante el circo, la danza, la música y, por encima de todo, el movimiento y el equilibrio de dos cuerpos, que fue el principio director de la interpretación, realizada en La Palma.
Todo ello encima de un enorme péndulo que encarnó cómo es la vida misma: con sus giros, sus ciclos y sus cambios de guion.
Un escenario que las artistas, Clara Poch y Carla Farreny, se hicieron completamente suyo para, en la búsqueda del punto muerto, exponer las diferencias que tienen los extremos, como los contrastes de color de los pandas, motivo del nombre de la obra.
La fiesta del Trapezi culminó en la carpa de la plaça Anton Borrell con el Cabaret, uno de los espectáculos más especiales de la Fira y donde actuaron mitos como el reconocido Tortell Poltrona, que puso el humor.
Fue la mejor manera de decir adiós a esta edición: con cintas aéreas, acrobacias, malabares, talento, música y un gran recibimiento por parte de los espectadores, que quedaron con ganas de más. Para saciarlas, deberán esperar al año que viene.