'Aprendí a ver qué edificio era el más seguro'

Sergi Franch Periodista de Reus que ha viajado a Siria para cubrir la guerra

19 mayo 2017 19:39 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:35
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Licenciado en Ciencias Jurídicas e Historia Contemporáneapor la URV y en Sociología y Políticas en la UNED, el reusense Sergi Franch suele viajar a Siria entre una y dos veces al año para vivir el conflicto desde dentro. Ha colaborado con multitud de medios desde lugares como Bosnia, Venezuela, Libia o Kosovo.

-¿Cómo y cuándo empieza su interés por Siria?

-El primer punto de interés fue en agosto de 2011. Después de las revueltas en Túnez y Egipto, junto con dos compañeros, de Valls y Els Pallaresos, hicimos un viaje a Libia para conocer la situación. En Siria había una revuelta que nos daba bastante respeto. Luego con un contacto en el Kurdistán hice un primer viaje y después otro a través de una asociación internacional de sirios. Desde entonces procuro ir una o dos veces al año.

 

-¿Cómo estaba el país?

-Destruido. En el Kurdistán sirio no había ningún tipo de conflicto y en este tiempo todo ha variado, a partir de la entrada de un elemento como es el ISIS. En aquel momento aún se podía ir al país. Es una guerra con cerca de 100 muertos por semana.

 

-¿Qué hacía en Siria cuando iba? ¿Cuál era su labor?

-Iba como periodista. Mi trabajo era ver lo que había. Vi cómo funcionaba el sistema de justicia de la parte rebelde, cómo los jueces habían abandonado los palacios de justicia, pero también me fijaba en la situación de la sanidad. También acompañé a equipos sanitarios.

 

-¿Qué le sorprendió más?

-La felicidad de la gente. En Alepo vi una ciudad destruida donde la población civil mantenía la actividad de abrir tiendas, de volverse a levantar, casi de una forma tozuda, en el sentido de reafirmación ante los bombardeos del régimen. Se asumía la guerra y el conflicto y la suerte de lo que te pueda pasar.

 

-Y usted estaba allí. ¿Vivió situaciones peligrosas?

-Las que podía vivir cualquier civil. Al final me acogían en una ciudad en la que caían 100 bombas al día mientras el mundo mira. Ni por las noches se paraban los combates. Alepo era una ciudad que vivía en el conflicto pero el conflicto era una dificultad. Ahora la situación es otra y muchos han optado por irse. Al final te acostumbras. Ves los edificios de la ciudad y piensas en cuáles serán más seguros y si encontrarte en una planta será mejor que estar en otra.

 

-¿Es complicado entrar ahora en el país?

-Es muy difícil entrar y quedarse allí. Recuerdo que alguien preguntó al que iba conmigo si estaba claro que yo era periodista. Una guerra que dura tanto provoca una sensación de paranoia. ¿Por qué han bombardeado allí? ¿Quién estuvo allí?. Todos los periodistas trabajan o desde Turquía y ni siquiera allí están seguros.

 

-¿Por dónde comenzaría la solución?

-Tendríamos que regresar a 2011, y establecer unas condiciones de mínima humanidad. En Siria, después de décadas, volvieron a aparecer enfermedades erradicadas, no hay posibilidad de llevar medicamentos, las condiciones de potabilización son pésimas. En mitad de eso, llegó una guerra que ha acabado teniendo muchos actores y que en realidad es un conflicto internacional que pasa factura al pueblo sirio.

 

-¿Qué lugar ocupa el uso de la religión en el conflicto?

-Entiendo que la población musulmana se considere agredida por un conflicto en el que la comunidad internacional mira hacia otro lado. No es un tema de religión sino de empatía con una comunidad humana.

 

-¿En qué sentido?

-Mucho de los europeos me dijeron que tenían que ir allí porque no se podían quedar ante el televisor. El conflicto de Siria es una extensión del nacido a partir de la ocupación de Irak. Siria fue de los países que más iraquís acogió. Se construyeron barrios enteros para acoger a los palestinos en los 70 y luego, más recientemente, a iraquís.

 

-La cuestión es de dominio geoestratégico, en el que Occidente tiene mucho que ver.

-Si repasamos los últimos 30 años de guerras, el 90% de los conflictos han sido en territorios de musulmanes con intereses internacionales, desde 1992, en Somalia. Son guerras extranjeras que afectan a la población autóctona. Además, la entrada de la comunidad internacional no se ha hecho con todas las garantías para salvaguardas las vidas de la población.

 

-¿Es optimista? ¿Se alcanzará la paz en algún momento?

-No, no lo soy. En el mismo momento en el que el conflicto se calienta, después de meses en los que el ejército protagonizó matanzas, Bashar al-Asad avisó de que en un momento u otro el sirio debería elegir entre Al Qaeda y él, lo que quería decir que la población se encontraría entre la espada y la pared, entre Daesh y al-Asad.

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