Un libro extraordinario es el de la periodista norteamericana Isabel Wilkerson, Casta: El origen de lo que nos divide”. El diario The New York Times en el 2021 lo ha calificado como «el libro de no ficción americana más importante del siglo hasta el momento». Tiene un capítulo estremecedor, una muestra apabullante del nivel que puede alcanzar la crueldad humana. Se titula La maldad del silencio. En su introducción nos dice «La ceniza surgió del crematorio y se dispersó en el aíre... se asentó en los lechos de los geranios de los habitantes que vivían fuera de las puertas de la muerte en Sachsenbausen (campo de concentración), al norte de Berlín. La ceniza cubrió los columpios y las piscinas en los patios de los vecinos. Unas huellas visibles a simple vista: en lo alto de la colina, la chimenea achaparrada del crematorio, apagada para siempre, recuerda a las decenas de miles de muertos del campo nazi, a quienes encontraron su tumba en las nubes, como escribió Paul Celan.
El teólogo disidente Dietrich Bonboeffer fue uno de los millones de personas que perecieron en los campos de concentración nazi, torturado y aislado en un confinamiento solitario». «El silencio ante el rostro del mal es en sí mismo el mal-fue lo que Bonhoeffer dijo una vez a los transeúntes-. Dios no nos considerará inocentes. No hablar es hablar. No actuar es actuar». No todos los vecinos eran nazis; de hecho, muchos alemanes no lo eran. Pero seguían a los líderes nazis en la radio, a Hitler y Goebbels». Y mientras tanto se iba sembrando el odio, el veneno en la sociedad alemana, en base a un sistema de castas, los judíos eran una casta inferior, frente al alemán ario. Y nadie parecía enterarse de lo que estaba ocurriendo, porque le parecía imposible que ocurriera lo que estaba ocurriendo. Lo expresó muy bien Víctor Klemperer en 1933 en su libro La Lengua del Tercer Reich pecando de ingenuidad: «Estaba tan seguro de mi germanidad, de mi europeidad, de mi humanidad, de mi siglo XX. ¿La sangre? ¿El odio racial? Hoy no, aquí no... En pleno dentro de Europa... Yo añado. ¿En la Europa del siglo XXI es posible una catástrofe humana igual? Cada cual puede responderse a sí mismo. Hoy existimos muchos Víctor Klemperer. No viene mal recordar la conferencia de Adorno en la Universidad de Viena en 1967 y hoy rescatada del olvido: «Lo característico de estos movimientos (de extrema derecha) es su extraordinaria perfección de los medios, y concretamente, en primer lugar, los medios propagandísticos en el sentido más amplio, combinada con una ceguera, con una oscuridad impenetrable de los fines que persiguen. Hay una constelación de medios racionales y de fines irracionales... Si los medios vienen a sustituir en una medida cada vez mayor a los fines, puede casi decirse que en los movimientos de extrema derecha la propaganda constituye de por sí la sustancia misma de la política». Y luego todavía hay gente que desprecia las enseñanzas de la historia. Tony Judt en su libro «Sobre el olvidado siglo XX» nos advierte “De todas nuestras ilusiones contemporáneas, las más peligrosa es aquella sobre la que se sustentan todas las demás: la idea de que vivimos en una época sin precedentes, que lo que está ocurriéndonos ahora es nuevo e irreversible y que el pasado no tiene nada que enseñarnos, excepto para saquearlo en busca de útiles precedentes».