Niños en movimiento

18 julio 2024 20:37 | Actualizado a 19 julio 2024 07:00
Beatriz Catalán
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El fin de semana pasado me convertí en una especie de vehículo humano en manos de mi sobrina de 11 meses. Agarrada a mis manos, dirigía sus pasos y los míos a todos los rincones en exploraciones sin fin; por el camino, se soltaba de una mano para recoger objetos diversos que llamaban su atención y que cambiaba de ubicación. A ratos, se paraba y dedicaba unos minutos a observar estos objetos. Señalaba con su dedo índice detalles determinados (un dibujo en un trapo de cocina, un botón o la etiqueta de un jersey) y al mismo tiempo emitía una serie de balbuceos adorables con distintas entonaciones como si se recitara una lección.

Cualquier persona que haya pasado unas horas con un bebé de entre uno y dos años conoce esa sensación de agotamiento absoluto ante lo que parece una energía investigadora sin fin (sentarse un rato a descansar no es una opción, hay que hacer turnos). Como comentó mi hermano en un momento dado: “Para los bebés, pensar y moverse son la misma cosa”. Para mi sobrina, la única alternativa al movimiento era caer rendida en una siesta reparadora. En ninguna etapa de la vida está más presente la conexión del cerebro con el cuerpo como en la primera infancia. La psicomotricidad es una parte esencial del desarrollo físico y mental: los bebés y los niños pequeños necesitan moverse para aprender y evolucionar. Como defendía el pedagogo francés Bernard Aucouturier, observarlos y acompañarlos en ese movimiento es la tarea fundamental de los educadores infantiles. La sala de psicomotricidad es por lo tanto un elemento esencial en guarderías y aulas de infantil, y los maestros y cuidadores tienen una misión que va mucho más allá de vigilar para asegurarse que nadie se hace daño, como nos explican expertas de la Universidad de Mondragón en un artículo reciente. Al mismo tiempo, las dificultades psicomotrices nos pueden alertar de alguna área del desarrollo que merezca atención.

En ninguna etapa vital está más presente la conexión entre cerebro y cuerpo como en la primera infancia. La psicomotricidad es una parte esencial del desarrollo.

El movimiento sigue siendo imprescindible en las etapas de desarrollo siguientes: no solo es nociva la pretensión de que los escolares pasen la mayoría de sus horas sentados frente a un pupitre, sino que es preocupante que los niños y las niñas abandonen estas actividades de juego físico cada vez más temprano. La vida en las ciudades, los dispositivos móviles, la sobrecarga de deberes, las actividades extraescolares, muchos son los factores que provocan que ya no haya niños jugando en las calles. Pero, si los adultos he mos interiorizado ya el mensaje de que la salud mental pasa por mantener dosis regulares de ejercicio físico durante toda la vida, ¿nos vamos a conformar con que los cerebros en desarrollo de los más pequeños realicen apenas unos minutos de movimiento al día? El deporte, siendo una actividad necesaria también, no es lo mismo que el juego.

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