¡Hola vecinos! Nada, que no nos entendemos. Como territorios aledaños, en lo geopolítico, en lo identitario, en las cosas del común, digo.
En lo personal -en el tú a tú- sí que nos entendemos, creo con la fe y esperanza de un puma cabezón y noble. Al menos yo me entiendo perfectamente con la catalanidad toda, empezando con Ruyé (escríbase Roger), amigo y vecino de Biescas (Huesca), si bien es indepe y de Sant Cugat del Vallés. Él me sitúa en el marco del «Estado opresor» y yo contraataco con la magnitud de una Corona de Aragón formidable en la que lo suyo constituía ‘un condadito de Playmobil, venga saca un poco más del queso catalán ese tan bueno, Roger, o sea Ruyé’. Y nos llevamos tan ricamente siempre, eso sí, que él saque el queso y yo no le cuente otra vez lo del conde Berenguer IV y doña Petronila.
Por cierto: el Gobierno de Aragón solicitó hace unos meses al arzobispado de Barcelona permiso para practicar una prueba de ADN a los restos de doña Petronila que reposan en la catedral barcelonesa. Se sospecha que la doña Petronila que está en la tumba que lleva su nombre, no es tal. Que se trata de un equívoco. Tal asunto no nos quita el sueño. Pero estoy seguro de que habrá quien se haya quedado con que nos habéis birlado un real fiambre. A ver, no resultaría tan raro. Si ahora resulta que Santa Teresa de Ávila no es de Ávila, que es Santa Teresa de Cardona (Comarca del Bages, Barcelona), lo mismo doña Petronila no es de Huesca, que es de PortAventura. Pero lo cierto es que la reina de Aragón (Doña Petronila I de Aragón. Huesca, 29 de junio de 1136 - Barcelona, 15 de octubre de 1173) quiso ser enterrada allí, en la catedral, no aquí, en el monasterio de San Juan de la Peña, por ejemplo. Allá ella. Allá donde esté (José María Aznar dixit, en referencia a Pablo Casado mártir) a la aragonesa condesa de Barcelona le dará igual que su sepultura formal aloje a una okupa desconocida.
Como espacios geográficos vecinos y residentes en España, hemos mantenido tensiones por el agua, por los bienes religiosos sacados de Aragón, por el procés, por la lengua, por la ‘Franja’, por el paso del nuevo Corredor Transpirenaico y, ahora, por la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Como diría Pedro Sánchez: tenemos un diferendo. Uno detrás de otro. Catalunya y Aragón vivimos en continuo diferendo.
Les metes i els objectius perseguits per les persones troben un sentit més profund quan es tracta de metes dirigides als altresSí, sí, diferendo. En concreto, el presidente del Gobierno de la Nación le ha dicho al rey de Marruecos, Mohamed VI: ‘Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable. En este sentido, España considera que la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo’.
Se lo escribió en francés, ‘différend’, al igual que la totalidad del texto de la misiva. No diferencia, desacuerdo o discrepancia. No divergencia de opiniones o intereses. Tampoco falta de coincidencia. Y nada de conflicto. ‘Différend’ es más diplomático y protocolario. Diferendo constituye un nombre o sustantivo, aquel tipo de palabra cuyo significado determina le realidad. Los sustantivos nombran todas las cosas; personas, objetos, sensaciones o sentimientos. Diferendo sirve para un roto o un descosido, aunque en la cuestión de las relaciones de nuestro país con el Sáhara Occidental haya sido un roto en toda regla. Un roto con el pueblo saharaui, un descosido con Argelia y un remiendo con Marruecos.
‘La base la plus sérieuse, crédible et réaliste pour le règlement de ce différend’, le puso Sánchez a Mohamed VI. En el utópico caso de que el presidente de la Nación le escribiera alguna vez al presidente Aragonès en catalán -que no lo veo fácil-, acaso le transmitiría que ‘la base més seriosa, creïble i realista per resoldre aquest diferèndum’ es su propuesta de autonomía federal en el deseable escenario de una España indivisa e indivisible. En una España con sus diferendos, pero sin sus enquistados conflictos internos. Eso estaría bien.
Sánchez me empieza a recordar a Rajoy en su retórica. No solo por el diferendo. Hace unos días le escuchamos que desconoce cuándo acabará la obligatoriedad de la mascarilla en interiores pero que ‘en todo caso, falta un día menos para que ello ocurra’. Hombre sí, ¡y para el Juicio Final cada día falta un día menos! Acerca del diferendo Marruecos-Sáhara Occidental ha asegurado que ‘el gobierno de España no debe tener una actuación en negativo. Debemos tener un papel en positivo’. ¿Dónde he oído yo esto? Ah, sí: ‘La cerámica de Talavera no es cosa menor, dicho de otra forma: es cosa mayor’.
He anunciado a Inmi, mi mujer, que paso de discusiones tontas. Tendremos diferendos.