Es verdad que resulta tremendamente difícil encontrar algún lado positivo a la pandemia de coronavirus que tantas muertes ha causado, que ha puesto patas arriba toda nuestra vida y que tantos besos y abrazos nos ha robado, entre otras muchas cosas. Y, sin embargo, hay noticias relacionadas con este maldito virus capaces de arrancarle a uno una sonrisa.
Como la que habla de esa pequeña aldea de Zamora, Arrabalde, de poco más de 200 habitantes y prácticamente condenada a esa muerte lenta en que agonizan tantos pueblos de la España vaciada, que ha reabierto la escuela cuatro años después de su clausura porque la actual situación ha animado a los padres a inscribir a sus hijos en ese centro para evitar desplazamientos y reducir contactos como medida preventiva.
Son ocho los alumnos de Infantil y Primaria que han comenzado el curso en Arrabalde, lo que les ahorra un trayecto de 17 kilómetros en un autobús que debían compartir con gente mayor, de forma que así también se evita ese riesgo para los ancianos. El Ayuntamiento, orgulloso, no ha escatimado medios a la hora de implantar las medidas higiénico-sanitarias en el centro escolar. Y hasta el profesor está feliz, pues es vecino de la localidad y ha encontrado así el destino más cercano a su casa. Una gran noticia que puede suponer la supervivencia de un pueblo.
