El fin de la Pax’ Americana

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, opta por un autoritarismo aislacionista y, al renunciar a liderar en el mundo libre, da alas a sus rivales autócratas debilitando al socio europeo

01 marzo 2025 17:59 | Actualizado a 02 marzo 2025 07:00
Gustau Alegret
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El 15 de enero, unos días antes de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el entonces nominado a secretario de Estado, Marco Rubio, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. En sus palabras iniciales, Rubio sentenció que «el orden global de la posguerra no solo está obsoleto; ahora es un arma que se está usando en nuestra contra».

El joven aspirante a dirigir la diplomacia estadounidense describió el momento actual como el de «mayor riesgo de inestabilidad geopolítica y crisis global generacional», por lo que «ocho décadas después» –continuó Rubio–, «estamos llamados a crear un mundo libre a partir del caos una vez más», una tarea que «será imposible sin un Estados Unidos fuerte y seguro de sí mismo que participe en el mundo, poniendo una vez más nuestros intereses nacionales fundamentales por encima de todo», concluyó.

El ‘Estados Unidos fuerte’ del que habló Rubio era la semilla del autoritarismo de Trump que hoy está provocando la implosión del orden internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial.

En menos de dos meses de presidencia, Trump ha despreciado instituciones...

Esa arquitectura vigente desde mitad del siglo pasado tiene hoy otros actores fuertes que rivalizan con la potencia americana y que en las últimas décadas han ido ganando terreno aprovechándose en gran medida de las normas globales que rigen en las democracias liberales. Libertades individuales, garantías procesales, respeto a los derechos humanos, a la separación de poderes y, en general, al conjunto de principios que inspiran la vida en el mundo libre y que se han convertido en una carta a favor de esos autócratas.

Esas tiranías saben que la cautela con la que se mueve la inteligencia y la diplomacia estadounidense para, al menos, no parecer injerencistas, se ha acabado convirtiendo en una debilidad para Washington y otros gobiernos occidentales aliados frente al irrespeto que estos líderes autoritarios tienen por esas normas de consenso global.

Rusia es el ejemplo más paradigmático asesinando impunemente a disidentes o críticos en Occidente (Alexander Litvinenko, Nikolai Glushkov...), influyendo en procesos electorales para movilizar el voto a favor de opciones desestabilizadoras desde dentro de las mismas democracias (Trump 2016, Brexit, Marine Le Pen...), forzando o alimentando conflictos para generar migración hacia Europa (Siria) o Estados Unidos (Venezuela), apoyando a regímenes autoritarios que provocan atención y tensión al rival americano (Cuba, Nicaragua...), deteniendo ciudadanos occidentales con pruebas falsas para luego negociar el intercambio de sus nacionales acusados y condenados en procesos judiciales sólidos en Estados Unidos...

Y la lista podría continuar con China y su agresiva diplomacia comercial que suele ir acompañada de corrupción, logrando desplazar a Estados Unidos (un país con fuertes leyes anticorrupción) como el principal socio comercial de muchos países (América Latina es el mejor ejemplo); o con Irán, Corea del Norte, Venezuela... Por eso, entre otras cosas, Rubio habla de «un arma que se está usando en nuestra contra».

... y acuerdos internacionales, o fuerza un acuerdo de paz en Ucrania que beneficia a Putin

En menos de dos meses de presidencia, Trump ha despreciado instituciones y acuerdos internacionales, ha exigido con amenazas un mejor trato para las exportaciones estadounidenses, ha detenido y expulsado masivamente y sin el debido proceso a miles de migrantes, ha obligado a gobiernos a aceptar a los deportados o a que cambien sus políticas de lucha contra el crimen organizado, o está forzando un acuerdo de paz en Ucrania beneficioso para Putin, con cuya victoria Trump patea los principios más elementales del orden mundial sentando además un pésimo precedente (el trato propinado al presidente ucraniano el viernes en la Casa Blanca fue inaudito, no tiene precedentes y supone un balón de oxígeno para un Putin acorralado y un durísimo golpe para Europa).

Trump opta por el autoritarismo aislacionista para solucionar problemas internos y externos, y lo hace sin aparente estrategia, a golpe de decreto y perdiendo por el camino aliados y prestigio.

El mundo de la Pax Americana surgido después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos se convirtió en la potencia económica, cultural y militar dominante del mundo está llegando a su fin, y un nuevo orden global se avecina.

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