Una de las imágenes más gráficas del consumismo que nos invade en las fiestas es la basura acumulada junto a los contenedores la noche del día de Reyes: cajas y cajas, plásticos, papel de regalo, de apenas un solo uso, quedar bien junto al árbol de Navidad y sorprender a los nuestros con bonitos envoltorios que sirven para poco más. Somos una sociedad cada vez más habituada e incluso abocada al usar y tirar. A menudo me pregunto cómo es posible que una familia media acumule tantos envases a diario. Aún recuerdo cómo de pequeña devolvía las botellas de refresco o cerveza a la bodega que había cerca de casa de mis padres y me devolvían unas monedas o me descontaban dinero de la compra que efectuara después.
Es cierto que cuesta romper las tradiciones pero igual que hemos tenido que cambiar nuestra normalidad por una fuerza mayor como la pandemia, debemos entender de una vez que estos excesos no son sostenibles. Yo ya he empezado a recopilar ideas para la próxima Navidad. Revistas antiguas, pañuelos o trozos de tela para sustituir el papel de regalo y latas de pastas o té para evitar las cajas de cartón. Se admiten sugerencias. Seguro que es más fácil de lo que parece. Es cuestión de ser conscientes.