Satoyama

10 abril 2025 20:05 | Actualizado a 11 abril 2025 07:00
Natàlia Rodríguez
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En Japón todo es diferente. Y deberíamos siempre tomar nota de esa cultura ancestral de respeto al entorno natural y a la sostenibilidad. Tienen una palabra para explicarlo: Satoyama. Es la frontera entre el mundo ocupado por los hombres y el mundo ocupado por la naturaleza. Ese lugar, esa tierra de nadie en la que todo el equilibrio se sustenta. Las películas de Hayao Miyazaki siempre suceden en esa frontera. Mi vecino Totoro, El castillo ambulante, Porco Rosso. Ese espacio donde todo es posible, encontrarse un peluche gigante que hace crecer las flores o un gato que se transforma en autobús. En Japón todo es diferente. En Japón, los árboles no se talan cuando obstaculizan la construcción, sino que se reubican con cuidado. En lugar de destruir la naturaleza en aras del progreso, los especialistas atan las raíces y trasladan el árbol a una nueva ubicación donde pueda seguir creciendo. Esta práctica refleja el profundo respeto de Japón por la naturaleza y su compromiso con la sostenibilidad. Al preservar los árboles, mantienen la vegetación y protegen el medioambiente, permitiendo al mismo tiempo que el desarrollo urbano avance. Es un equilibrio entre progreso y preservación: una lección de la que el mundo podría aprender. En Japón todo es diferente. En las cloacas nadan peces de colores porque el agua es pura. No son mejores, son de otro mundo.

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