Querido Joan Alías: no sé cómo empezar y esta vez deberás apuntarme desde el Cielo, como lo hacías tantas veces cuando te pedía consejo siendo subdirector del Diari, «mi mejor época», me dijiste, apreciación que suscribo. Y seguramente, con tu carácter discreto, me dirías: no te preocupes, no hace falta que hables de mí.
¿Cómo no hacerlo? Llegaste cambiando tus estudios de medicina por el ejercicio del periodismo, donde pudiste desarrollar también tus talentos. Y diste lecciones diarias de buen criterio al analizar los temas que poníamos sobre la mesa.
Compartimos tu alegría cuando te casaste con Silvia y tu tristeza al perderla tan joven. Vaya hoy mi pésame a tus hijos Laura, Marc y Pau. Tu rectitud y lealtad, tu amistad fraterna, no se borrarán de mi memoria.