Ya tenemos Ley de Amnistía, aunque no sabemos que es, porque que cada uno de los actores políticos la califica de manera distinta.
Para el gobierno de Sánchez es un acto de generosidad y perdón en nombre de la pacificación y coexistencia. Para los independentistas, es una victoria sobre la opresión y las condenas padecidas, un punto y seguido en la lucha por la autodeterminación. Y para la oposición de derechas, es una traición ejecutada por la simple necesidad que tiene el PSOE de siete votos parlamentarios, una humillación en toda regla.
Así las cosas, es difícil que en España acaben los insultos entre partidos y que en Catalunya se forme gobierno. Es un ejemplo de la capacidad de la política de mantener problemas en vez de resolverlos.