Cuando Alexei Navalni regresó a Moscú iba con Yulia Navalnaya, que vio cómo su marido era detenido en el mismo aeropuerto. Economista y madre de dos hijos, ella se ha convertido ahora en la cara más visible de la oposición a Putin.
Si algún día, muy improbable, alcanzara el poder, su nombre se inscribiría en otros casos en los que una mujer toma el relevo de las aspiraciones de su esposo.
Recordemos a Cory Aquino, presidenta de Filipinas en 1986, tres años después de que Benigno Aquino fuera asesinado por el régimen de Marcos, del que era el principal opositor. Y a Violeta Chamorro, presidenta de Nicaragua en 1990, viuda de Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa y líder de la oposición, asesinado en 1978 por la dictadura de Somoza.