Desde que Calígula nombró cónsul a su caballo, sabemos que la inteligencia humana es muy mejorable. Deberíamos pues estar contentos de la irrupción de la Inteligencia Artificial si es una ayuda a la nuestra, tan limitada. Bienvenida sea al Mobile.
Pero una IA que despreciara la ética, sería peligrosa. Aquí radica el debate sobre sus beneficios o sus males. Bien empleada, es un avance extraordinario; utilizada mal, un peligro público.
Así, en la Sanidad, la IA puede prestar una gran ayuda, o socavar el trato insustituible médico-paciente. En la educación, puede ser un gran instrumento, si evita el riesgo de ayudar a los estudiantes a resolver, más que a pensar. En la información, una ayuda rápida y atractiva, si para ello no falsea la verdad.
