Un amor inmune al paso de los años

Ayer fue San Valentín, Día de los Enamorados. Y entre tanto bombardeo comercial que ha convertido esta fecha en una fiesta más del consumismo, uno agradece toparse con esas historias de amor verdadero tan llenas de ternura. Como la que protagonizan Amador y Matilde, que llevan la friolera de 82 años juntos y que celebraron este 14 de febrero con un beso. Así de simple –y así de bonito–. Amador va por los 102 años, y Matilde cumplirá 98 en mayo. Empezaron de novios hace más de ocho décadas, pero no pasaron por el altar hasta un 2 de enero de 1954. «Llevábamos doce años de novios y no se decidía a pedirme matrimonio; al final fueron sus padres los que le tuvieron que empujar», cuenta Matilde con una sonrisa. La chispa –lo recuerdan como si fuera hoy– saltó en las fiestas del Sexenni de Morella, en plena posguerra civil. A él le encandilaron sus ojos, y a ella las piruetas con las que aquel mozo bailaba la danza de los torneros, la tradicional de la ciudad castellonense. Amador, camionero hasta su jubilación, y Matilde, que trabajó de modista aunque siempre quiso ser maestra, han vivido en su hogar de Castellón hasta hace poco más de un año, cuando pensaron que estarían mejor atendidos en una residencia. Eso sí, siempre juntos, uno al lado del otro y de la mano. Preguntados por el secreto de un amor tan duradero, hablan de un elixir con altas dosis de cariño, respeto y confianza y unas gotas de «paciencia y sentido del humor para superar los baches, que los ha habido, como en cualquier matrimonio». Ochenta y dos años después, ella sigue prendada de él, y él clava su mirada en aquellos ojos que le enamoraron. No necesitan días especiales, ni regalos materiales. Sólo un beso en el que se resume una vida.