Que el sentido del humor se está perdiendo cada vez más es algo conocido y quizá inevitable. El problema es que esa falta de capacidad para ver una broma como una simple broma y no como un ataque a los valores propios se está convirtiendo en odio al o la humorista. El último caso es el de Lalachus y su ocurrencia de mostrar una estampita con la vaquilla del Grand Prix en la retransmisión de las campanadas en TVE.
Leer algunos de los comentarios en El Mundo aterroriza. No por los propios comentarios que reflejan el nivel intelectual de quien los hace, sino porque provienen, casi con toda seguridad, de votantes de partidos que ahora lideran la oposición, pero pueden llegar al poder.
Algunos ejemplos: «Si no tienes gracia y físicamente eres un 50% de grasa la única manera que se te ocurre de hacerte notar es ofender a los cristianos»... ¿por qué la gorda y el Broncanovirus no tienen las narices de sacar una estampita haciendo alusión a Mahoma?», «es normal que la vaca lleve la estampita del toro. Son de la misma especie» o «en este país revisar la historia impuesta por ley por este gobierno ocupa es delito. En cambio ofender a la religión católica y a los católicos es libertad de expresión.... La izquierda siempre tan democrática».
La que nos espera.
