La situación de la autopista AP-7 a su paso por Tarragona se ha vuelto cada vez más crítica. Con un incremento del tráfico que casi alcanza el 50% en los últimos cinco años, el caos y los problemas de siniestralidad se han disparado. Especialmente en el tramo sur, el nuestro, que ha visto un aumento alarmante de vehículos pesados (el 66% entre 2019 y 2024). Este crecimiento no solo genera más congestión, sino que también pone en riesgo la seguridad de los conductores. Es necesario abordar esta crisis con soluciones efectivas y de carácter urgente.
En primer lugar, hace falta una mejora en la infraestructura, ampliando los carriles y creando accesos alternativos para descongestionar los puntos más saturados. Además, la implementación de medidas de control de tráfico, como la regulación del paso de vehículos pesados en determinadas franjas horarias, podría reducir significativamente la presión en las horas punta.
También es crucial invertir en transporte público alternativo y fomentar el uso de otros medios de transporte para reducir la dependencia de la carretera. Las autoridades deben ser más audaces en la gestión del tráfico, buscando alternativas que permitan equilibrar el flujo vehicular y garantizar la seguridad de quienes transitan por esta vía. Y luego está la planificación: ¿Se preparó bien la red viaria para la liberalización de los peajes? Parece que no tanto.
