El Gran Recapte vuelve esta semana. La iniciativa está más que consolidada y se ha convertido en uno de los movimientos ciudadanos de acción solidaria más importantes del país. Un clásico de estas fechas para ayudar a las familias más vulnerables y que es importante para concienciarnos de la cruda realidad que viven muchas, demasiadas, personas. Entramos en semanas de solidaridad. La gente se vuelca con movimientos como este y el proyecto, cada año, se hace más y más grande con miles de voluntarios que se unen en un objetivo común bajo el lema Alimenta lo que importa.
Pero, paradojas de la vida, el inicio de la recogida de alimentos del Gran Recapte coincide en el calendario con la jornada del consumismo en mayúsculas, que llegó hace apenas unos años y no solo se ha consolidado sino que ha crecido hasta convertirse en el gran evento del consumo, las ofertas y las compras. Es raro, pero es nuestra realidad desde hace unos años. Iniciativas solidarias y proyectos que fomentan el consumo se alternan y coinciden en el calendario, generando entre las dos una mezcla de fines e intereses que parece incompatible pero que, a pesar de todo, convive un año tras otro. Quizás habrá quien por la mañana haga de voluntario en algún supermercado y, por la tarde, ceda un poco ante las agresivas ofertas del Black Friday para comprarse algún capricho o aquel objeto que tanto necesitaba y no encontraba el momento de dar el paso.
A pesar de las contradicciones, también es importante que coincidan en el tiempo proyectos tan opuestos. En días de compras y exceso de consumo, a las puertas de Navidad, detenerse un momento y tener en cuenta aquellos colectivos que lo pasan mal nos hace – aunque solo un poco– mejores personas.
