All eyes in Rafah

El consejo de los padres a los hijos en los campos de Gaza cuando cae la ayuda del cielo es: no correr, no intentar llegar primero porque te pueden atropellar, y no comer de inmediato. No demasiado, sino muy poco, porque después de haber estado casi en ayuno tragar comida con ansias puede «hacerte estallar el estómago». Una frase terrible y verdadera porque te imaginas a un padre diciéndoselo a sus hijos desnutridos. «No correr» es hermoso, es un cuidado paternal lleno de experiencia y sabiduría ya que es obvio que si sobrevives a base de leche de cabra y del cielo llueven azúcar y chocolate, quieres mucho, lo quieres todo, quieres llenarte los bolsillos y la camiseta para después, por miedo al después, a que no haya más lluvia de maná del cielo. Recuerdo las imágenes de la «masacre de la harina» tomadas desde arriba, en Gaza, con las aglomeraciones oscuras alrededor de los camiones, moscas en la miel. Pero no son moscas, son personas. Instagram está inundado por una campaña All eyes in Rafah (todos los ojos sobre Rafah). Caen del cielo bombas y nosotros con las campañas de lavado de conciencia. Poco más. Nos cansan las guerras. No tenemos que correr para obtener un kilo de harina.