Una cualidad de Alberto Núñez Feijóo es la de no tener prisa. Ha tardado varios años desde que se le ofreciera llegar a la cúpula del PP hasta que la aceptó.
Esta actitud de no tener prisa tiene precedentes en las filas contrarias. Pedro Sánchez dimitió de secretario general de su partido en 2016, por discrepancias sobre la investidura de Rajoy, aunque luego logró regresar. Lo mismo había hecho Felipe González en 1979 al apartarse del liderazgo cuando el PSOE no aceptó renunciar al marxismo.
Es cierto que en toda vocación política la candidatura debe presentarse en algún momento. No se siguen las reglas de gobierno que instauró Santa Teresa en sus conventos, cuando determinó que se excluyera de ser superioras a las que se postularan al cargo.