Mi tercer paso por el «vacunódromo» de Campclar (como he escuchado a muchos ciudadanos llamar al Palau d’Esports de la Anella) me ha vuelto a recordar la larga lista de edificios y equipamientos cerrados o infrautilizados en Tarragona tras años y años cerrados: desde la Ciutat de Repòs i Vacances a la Savinosa pasando por el Banco de España, el parking Jaume I o la Tabacalera, por citar algunos.
Pero, sin duda, el pabellón construido en Campclar con motivo de los Juegos Mediterráneos de Tarragona de 2017 (que finalmente se celebraron en 2018), es quizá el más palmario, especialmente porque supuso la mayor inversión realizada con motivo de la cita deportiva: 17,8 millones de euros.
Aunque el equipamiento está resultando útil y eficaz en la campaña masiva de vacunación que iniciamos hace un año para, sobre todo, frenar la letalidad de la Covid, su reapertura para los usos para los que fue diseñado sigue sin una fecha clara.
Las cuentas presentadas por Ricomà para 2022 contemplan una inversión de 315.000 euros para acabar el Palau pero todo está en el aire aún, el alcalde no descarta ir a presupuestos prorrogados y la partida de 180.000 euros del pasado 2021 solo permitirá abrirlo parcialmente. Seguramente a estas alturas con eso nos conformaríamos. Veremos si podemos hacerlo.