El último de la clase

Dice Rajoy a los recién llegados que no tienen experiencia. ¿Nos sirve la suya?

19 mayo 2017 21:32 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:10

Todo pasa, nada permanece… salvo la memoria, sobre todo la gráfica, por desgracia para la mayoría de los políticos. ¡Cuántas contradicciones y ‘digos Diegos’!... ¡Qué poco valor queda para la mayoría de sus opiniones!... Uno de los muchos chistes sobre el general Franco era el de que le llamaban ‘el rana’, porque se pasaba la vida saltando de pantano en pantano (que, por cierto, han venido bien después). Vamos, algo parecido a lo que ahora otro gallego, tan explícito como el anterior, viene inaugurando, día sí otro también, presas, pantanos, puentes, carreteras, ‘corredoiras’ y lo que se tercie y esté acabado o no, que esa es otra.

Se ha dado cuenta, al fin o porque un buen asesor le ha despertado, de que ha convocado elecciones generales para antes de fin de año, y que su partido está eso, partido. Un señor muy serio, que tenía bigote parecido al de Chaplin, dijo no ha mucho tiempo que el respetable le ha dado cinco avisos. Como buen amante de la llamada fiesta toril, ya a los tres avisos tenían que haberle mandado a Pontevedra. Pero ni por ésas. Y el señor tan serio, que se ha quitado el bigote, le ha dicho al gallego que por ahí te la pegas. Y el gallego le responde que a él, chulerías pucelanas, no, que quien quiera algo que se lo diga a la cara. Porque cara sí que tiene, sin duda.

En fin el gobernador actual parece el último de la clase, dormitando allá atrás, porque le están comiendo el terreno por activa y por pasiva una serie de niñatos que, mira por donde, están convenciendo a buena parte del respetable para que les voten a ellos y no al gallego imperturbable. Se han espabilado para aprender sus lecciones y han pasado a primer término. ¿Qué le apoya un partido sólido?... Bueno, hasta cierto punto, porque la fidelidad, en política, es algo así como ‘una pluma al viento’.

Les dice a los recién llegados que no tienen experiencia. ¿Nos sirve de referencia la que ha adquirido el gallego con treinta años de brega?... Porque si su carrera de fondo ha dado lo que ha dado, salvo la impasibilidad, no vemos grandes virtudes políticas. Si se sostiene hasta ahora es porque el gran capital que, oiga, es quien manda, aquí, en Berlín y en Nueva York, le ha aguantado. Pero cuando los mandarines del dinero –gracias, Gregorio Morán– huelen que el partido del gallego puede verse resquebrajado por C’s, ya fruncen el entrecejo y llaman a sus técnicos a examinar qué es lo que pasa con ese chico de la barba…

De repente, ya no hay memoria. No ha habido descalificaciones a los demás, ni ocultación o desaparición de pruebas de posibles corrupciones, ni cientos de sus ‘mejores’ imputados, perdón, investigados, por marranadas con el dinero de los que lo sudamos cada día. ¿No se acuerda el gallego impasible de su «querido» Luis y sus consejos de «aguanta»?... Y poner la mano en el fuego por el árbitro de elegancia que era don Francisco Camps. ¿Por qué no ha mejorado la actividad senatorial en vez de convertirlo en un cementerio de elefantes?... ¿Qué silencios tiene que agradecer para eso?… Y su frente de juventudes, callado; no tiene nada que añadir, mientras Acebes, Zaplana, Camps, Rita, Trillo… se caen de risa. El último de la clase, sí, señor. Porque es insuficiente.

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