Regresa el terror en plena Navidad

20 diciembre 2024 22:03 | Actualizado a 21 diciembre 2024 07:00
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De nuevo las imágenes escalofriantes nos dejan helados. Un coche, a toda velocidad, arrolla con las personas que en ese momento pasean tranquilamente por las paradas de uno de los típicos mercados navideños. Esta vez en Magdeburgo, Alemania. Resultado: muertos y heridos. No es la primera vez. Los mercados de navidad europeos son uno de los objetivos preferidos de los terroristas islámicos. Los atentados en estos lugares se perpetran con la intención de causar pánico, propagar miedo y atacar a la gente en un momento de celebración y convivencia. Algunos de los atentados más conocidos en mercados navideños son el atentado en Berlín de 2016, cuando un camión fue dirigido a gran velocidad contra el mercado navideño de Breitscheidplatz, en el centro de Berlín. El ataque dejó 12 muertos y decenas de heridos. El otro atentado más trágico fue perpetrado en Estrasburgo en 2018. El 11 de diciembre de 2018, un hombre armado abrió fuego en el mercado navideño de la capital de la Alsacia francesa. Este ataque dejó cinco muertos y varios heridos. Creemos estar a salvo del horror. Olvidamos fácilmente que el mundo en el que vivimos todos estamos sujetos al azar de terrorismo que decide atacar sin ningún tipo de prevención. Esta guerra que llevamos años sufriendo debería hacernos más conscientes de la necesidad de políticas mucho más contundentes contra el caldo de cultivo que permite acelerar un coche contra un mercado navideño. No sucede al azar. Sucede porque la conjugación de políticas de seguridad y políticas de solidaridad deja mucho de ser la que necesitamos. Las ideologías nos debaten entre un extremo y otro y la realidad es que ninguno de los dos es el que necesitamos. Solidaridad, sí, siempre. Seguridad, sí, siempre. Los extremistas volverán a las andadas simplificando las cosas. A izquierda y a derecha nos intentarán convencer de su visión reduccionista de la realidad. No escucharemos los cantos de sirena de estos manipuladores. Pero hoy, la tristeza es demasiado grande como para permitir un análisis sereno. La rabia, la desesperación, la empatía, la compasión se mezclan. La solidaridad con las víctimas es la prioridad en este momento. Todos somos Magdeburgo.

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