Cuidar a los mayores: urgencia y oportunidad

18 abril 2025 20:41 | Actualizado a 19 abril 2025 07:00
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La sociedad catalana envejece con rapidez. Según las proyecciones del Institut d’Estadística de Catalunya, para 2034 habrá casi dos millones de personas mayores de 65 años, un aumento de 382.000 respecto a 2024. La población octogenaria se incrementará en un 30%. Esta transformación demográfica plantea desafíos complejos y de gran alcance. Algunos datos más ayudan a dimensionar la magnitud del reto. En 2023, el gasto público en dependencia en Catalunya —destinado mayoritariamente a personas mayores— ascendió a 1.460 millones de euros. A esta cifra debe añadirse el valor de los cuidados informales, que alcanza los 10.105 millones, el equivalente al 4,1% del PIB catalán. La Generalitat prevé crear 35.000 nuevas plazas públicas para mayores en centros residenciales y de atención diurna hasta 2040. En este contexto, es especialmente bienvenida la nueva residencia en el edificio del Seminari de Tarragona, que ofrecerá 97 plazas. Se trata de una iniciativa necesaria y valiosa, que se suma a otras impulsadas en esta ciudad y en diversos municipios del Camp y del Ebre. Es también una oportunidad para ampliar la mirada. Las residencias tradicionales, pensadas en muchos casos más para gestionar que para acompañar, han mostrado sus limitaciones. La pandemia de covid-19 lo evidenció con crudeza. Este modelo, necesario, no puede ser el único. Sería deseable que tanto las administraciones como las empresas del sector avanzaran hacia un sistema de atención que no se limite a proporcionar techo y cuidados básicos, sino también compañía, arraigo y una vida significativa. Los mayores merecen también vínculos, presencia y sentido de pertenencia. Y esto exige otro enfoque. Experiencias internacionales demuestran que es posible. Japón incentiva que las ayudas públicas se destinen a recursos comunitarios o a atención en el hogar, reduciendo la necesidad de ingresar en residencias. En Alemania, universitarios alquilan, con subvenciones públicas, una habitación en casa de algún anciano al que se comprometen a cuidar. Modelos como el cohousing senior, centros de día integrados en barrios activos o proyectos de convivencia intergeneracional han probado ser más humanos, sostenibles y eficaces. Con una población cada vez más longeva y activa, es momento de iniciativas que apuesten por un envejecimiento digno, participativo y acompañado.

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