Dos borrachos avanzan por medio de la vía del tren y uno le dice al otro.
- ¡Qué escalera más larga!
- Y lo peor es que han puesto las barandillas muy bajas –dice el otro.
Sin duda quienes planean el desarrollo ferroviario en Tarragona no están sometidos al problema etílico, pero sí a la enfermedad del sueño. Es posible que se queden dormidos cada vez que alguien les reclama algún ascensor para los andenes. Y es probable que se hayan quedado profundamente groguis a la hora de nuevos trazados. El Diari titulaba contundente el domingo: «Tarragona pierde el tren», y Núria Riu nos ilustraba sobre la factura que podemos pagar cuando se estrene el Corredor del Mediterráneo: pérdida de trenes rápidos de pasajeros, que enlazarán Valencia con Barcelona pasando por Perafort-La Secuita. Nuestra estación, ¿merece quedarse para mercancías y cercanías, como si fuera de pueblo?