Mientras la inmigración irregular desde el sur de Marruecos y el Sáhara occidental no cesa y aumentan las llegadas a Europa de los ahogados en el Mediterráneo central, los magistrados del Alto Tribunal del Reino Unido, con esa capacidad de decidir sobre la vida de las personas que tienen los jueces, han dictaminado que las deportaciones a Ruanda de demandantes de asilo en Inglaterra son legales.
Esto ha ocurrido tras la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que en junio paralizó el vuelo del primer avión que iba a depositar en el país africano, de tenebrosa trayectoria democrática, a aquellas personas llegadas a las islas británicas. Aunque todavía están pendiente las apelaciones y recursos, lo cierto es que el gobierno ¿conservador? de Rishi Sunak se ha apuntado un tanto ya que la inmigración fue uno de los caballos de batalla con el que triunfó en las urnas.
Para tener una idea aproximada de la situación, la ministra de Interior, Suella Braverman (a la que apodan Cruella Braverman), había manifestado que su sueño era esa imagen de un avión lleno de inmigrantes volando destino a Ruanda. Cuarenta mil personas han llegado a Reino Unido en condiciones irregulares durante este año y, como se ve, su futuro depende de lo que finalmente digan sus señorías y, en el peor de los casos, de cómo lo aborde Ruanda.
¿Qué opina el gobierno de Sunak sobre este país en el que se cometió un genocidio en 1994 que acabó con la vida de 800.000 personas? Como desde entonces ha mejorado en estabilidad y ha progresado económicamente, se acabó el problema.
En cuanto a los políticos de la oposición y la veintena de obispos con escaño en la Cámara de los Lores, consideran que ese reenvío de demandantes de asilo a Ruanda es una vergüenza para la nación. En los Países Bajos, en cambio, su Gobierno ha abordado otro tema espinoso de manera muy distinta. El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha pedido perdón por el pasado esclavista de Holanda en Surinam y en las antiguas Antillas Neerlandesas. Lo ha definido como crimen contra la humanidad. En 2020, el rey Guillermo ya pidió disculpas en Indonesia por la «excesiva violencia».
La diferencia entre ambos Estados es tremenda. Un imperio colonial que sigue expulsando a los diferentes, y otro país, con grandes posesiones en ultramar, ha realizado examen de conciencia y reconocido la culpa. De ahí, se puede llegar a la conclusión de que los derechos son más o menos humanos según la voluntad de quien al final los administra. ¿Oído ministro Grande-Marlaska?