Los que nos enfrentamos al reto de escribir una columna diaria desde hace relativamente poco tiempo no podemos sino admirar a esos maestros que llevan haciéndolo durante años y años y que son, más que un ejemplo que seguir, un faro al que agarrarse. En este sentido, quiero dedicar mi Mirador de hoy a uno de estos maestros –para mí lo es, en toda la extensión de la palabra–, Antoni Coll, quien ayer cumplió 33 años publicando cada día su Plumilla, una de las piezas de este Diari que más lectores y seguimiento tiene.
No descubriré aquí el enorme mérito que tiene escribir una columna durante tanto tiempo logrando mantener, como consigue Antoni, el interés de los lectores –me consta que son muchos los que comienzan el Diari por esta pieza–; tampoco hablaré de ese estilo ameno y amable –tan necesario en estos días dominados por la crispación y por los gritos– con el que Antoni logra decir las cosas que quiere decir; no comentaré el arte que requiere expresar tantas ideas en tan breve espacio…
Decía el gran Ryszard Kapuscinski que «para ser un buen periodista hay que ser buena persona». Pues sí, Antoni Coll es un gran periodista. Y para la familia del Diari es un lujo disfrutar de su Plumilla. Enhorabuena, Antoni. Y que sean muchos más. Para el goce de todos tus lectores, que somos legión.