Sucede, casi hacia el final. Tras una fabulosa batalla dialéctica, Richard Burton y Elizabeth Taylor, George y Martha respectivamente, son concluyentes: los hijos no son otra cosa que un almohadón. Estamos en 1966, y la película se llama: “¿Quién teme a Virginia Woolf?”.
Pero, ¿qué es lo que ocurre tras la ficción?, ¿qué pasa cuando no hay palabras para describir una realidad tan infinitamente domesticada como manida? Sobre todo, ¿cuál es el escenario actual en relación a la maternidad y al ser hija? ¿De qué herramientas disponemos para descifrar un paisaje increíblemente deformado?
Estas, y otras cuestiones, son las que aborda la escritora y periodista Blanca Lacasa en su ensayo, “Las hijas horribles”. Publicado en el sello madrileño Los Libros del K. O., el texto se inmiscuye en la relación humana más enmarañada: la existente entre madres e hijas.
No obstante, ¿y si aquella confusión estuviese motivada por un modo de mirar? Por un lado, el marco de los cuidados resulta atávico, tradicional y carcelario. Por el otro, lo materno, que escritoras como Jane Lazarre han considerado un nudo, parece haber estado condicionado por una visión patriarcal de lo femenino. Es por ello que Lacasa insiste sin atajos, cabal, porque somos y hemos sido, durante mucho tiempo, “generaciones de mujeres chapoteando en un lodazal de autoexigencia”.
En “Las hijas horribles”, nos topamos con dos ideas clave que se apean de cierta desromantización de la maternidad. La primera de ellas es entender que el ser hija es un estado no una identidad, y que aproximarse a la maternidad desde la utopía creativa no es siempre idílico: “Puede que como material artístico la búsqueda constante y romantizada de la madre sea imbatible.
Pero para vivirla, la historia es otra bien distinta. O debería serlo”. La segunda, que “Lo importante es entender que hicieron, hacemos y harán lo que buenamente pudieron, podemos y podrán”. Ambos cuestiones profundizan en el que tal vez sea el quid de la cuestión, la pesquisa de fondo que resuena con más potencia. Una madre y una hija, ¿podrán alguna vez hablar de mujer a mujer?
Desprenderse del marco de la sangre resulta, así en alto, casi hasta antinatural. Pero podría sobrevenir que algunas formulaciones en alta voz resulten a corto y largo plazo beneficiosas para romper con según qué inviolabilidad de algunos lenguajes: “Esta suerte de desvanecimiento de la mujer en pos de la madre nos ha afectado, probablemente más de lo que creemos (...) Y en este proceso de difumine anclado en algo tan absurdo y tan antiguo como creer que no se pueden ser las dos cosas a la vez o, al menos, no de manera aceptable, podríamos distinguir, como si de un perverso experimento sociológico se tratara, cuatro etapas: la obligación, el olvido, la soledad y el enfado. Una especie de sinfonía de autoborrado en cuatro tiempos”.
Con todo, la interlocución ¿imposible? Entre madres e hijas, nos devuelve a la casilla de salida: al borrado de las mujeres, mas desde otro punto de vista.
Título: Las hijas horribles
Autora: Blanca Lacasa
Editorial: Libros del k.O.
Precio: 21,90€