Hace aproximadamente una década, cuando se empezó a hablar de la impresión 3D, también conocida como «fabricación aditiva», diversos artículos predecían que, en poco tiempo, todos contaríamos con una impresora 3D en casa capaz de fabricar una amplia variedad de objetos domésticos, desde piezas de repuesto para electrodomésticos hasta estanterías, mangos para sartenes o cualquier otro utensilio que necesitásemos.
Sin embargo, esta visión no se ha materializado, ya que sigue siendo más económico y práctico adquirir estos productos en una ferretería cercana o comprarlos en Amazon.
Pero a pesar de esta profecía no cumplida, la tecnología que respalda la impresión 3D, como el caso de la Inteligencia Artificial, se ha incorporado de manera extensa en diversos ámbitos de nuestra vida cotidiana, como la medicina, la moda, la aviación, la automoción y la protección del medio ambiente.
Ha dejado de ser una tecnología emergente para convertirse en una técnica consolidada que ha evolucionado hacia una industria multimillonaria. Un dato impactante es que el 99% de los dispositivos auditivos se fabrican con impresoras 3D, Rolls Royce aprovecha esta tecnología para producir componentes de sus vehículos, AstraZeneca la emplea para sus vacunas y medicamentos personalizados, y Nike la utiliza para la creación de prototipos de calzado, entre otros ejemplos.
Hasta el 18 de febrero, el CaixaForum de Tarragona alberga la exposición «Print3D: Reimprimiendo la Realidad», que ofrece una visión de cómo la aplicación de esta tecnología ha revolucionado diversos aspectos de la sociedad. La exposición se divide en varias secciones temáticas que comienzan por la explicación de la tecnología, su funcionamiento y posteriormente se enfocan en los usos prácticos de la impresión 3D. Entre estos, se destaca su aplicación en simulaciones quirúrgicas y la creación de prótesis a medida, tanto para seres humanos como para animales.
El concepto de «a medida» es fundamental en esta exhibición, ya que la impresión 3D permite la fabricación de objetos personalizados que se adaptan a los gustos y necesidades individuales, abarcando desde utensilios y muebles hasta libros, ropa y calzado. La impresión 3D permite en muchos de estos casos jugar con complejas geometrías que no pueden ser creadas de otra manera, lo que aporta un sinfín de posibilidades y libertad a la hora de crear.
La exposición también hace hincapié en aplicaciones más creativas y su utilización para crear obras artísticas, como el fascinante zootropo que emplea piezas impresas para crear una ilusión de movimiento, así como la posibilidad de fabricar instrumentos musicales convencionales o inventar nuevos. Sin embargo, lo que verdaderamente marca una revolución es su aplicación en arquitectura y construcción, como podemos ver en la reproducción a escala del primer puente impreso en España mediante esta tecnología. Además, se exploran las perspectivas de utilizarla en la construcción de viviendas, lo que podría transformar la industria de la construcción.
Otra de sus aplicaciones más interesantes se encuentra en el ámbito espacial, donde la NASA y otras compañías ya utilizan procesos de fabricación aditiva para crear componentes de cohetes. Aunque aún se encuentra en una fase temprana de desarrollo, quizás la idea más emocionante y prometedora radica en la capacidad de imprimir alimentos.
Este avance tendría un impacto significativo, no solo en el ámbito de la nutrición personalizada, sino también como un medio para abordar los desafíos relacionados con la sostenibilidad alimentaria. ¿Seremos capaces, en unos años, de imprimir nuestra propia tortilla de patatas, con cebolla o sin ella?