Una ‘semana horribilis’ puso el cierre efectivo al mandato. El martes 2 de mayo, tras todo el puente encajando titulares, el gobierno salió a echar por tierra el informe de la CEOE que sitúa Reus en lo alto del ranking de ciudades con mayor presión fiscal.
Apenas 72 horas más tarde, viernes 5, Carles Pellicer levantó en abrupto la última sesión plenaria ante los abucheos de La Illeta en el público, al que, con el ROM en la mano, pudo haber desalojado: su artículo 106 prohíbe a los asistentes interrumpir y faculta al alcalde para expulsar a quien impida el normal desarrollo del orden del día. Prefirió marcharse él.
Esa iba a ser la despedida del consistorio 2019-2023, que se ha aplazado a vísperas de la próxima investidura. Hasta llegar ahí, cuatro años de mayoría en los que la Covid fue, probablemente, el reto más elevado que afrontó el ejecutivo reusense.
Con 9.643 votos y siete concejales, el 26 de mayo de 2019, Pellicer cuajó su tercera victoria. ERC fue segunda fuerza, dio el gran salto de dos a seis escaños, y se puso a 2.209 papeletas de Junts per Reus y solo 106 por encima del PSC de Andreu Martín, que también creció. Por primera vez, el PP se quedó fuera del Ayuntamiento.
Posconvergentes y republicanos reclamaron la vara. PSC y CUP ofrecieron un pacto de izquierdas capaz de salvar distancias por un objetivo común: derribar a Pellicer. El 13 de junio, en el antiguo hospital, ERC compareció al desenlace de su asamblea y anunció que iba a «darse un tiempo» y a esperar «un acuerdo entre ERC y Junts, a nivel nacional, que implicaría el pacto que deberíamos tomar desde Reus».
Junts per Reus, ERC y Ara Reus reeditaron entendimiento, Pellicer repitió de alcalde y Noemí Llauradó pasó a ser presidenta de la Diputació. En lo municipal, para ella se constituyó una figura inédita, la vicealcaldía. Y el PSC dio forma a una comisión de infraestructuras que desencalló proyectos clave para la ciudadanía.
De los 27 concejales que entonces alcanzaron el cargo, 23 han completado el mandato. Hèctor Fort (PSC) relevó a Raimon Ferré justo a principios de legislatura, Tania Agudo (PSC) tomó el lugar de Sandra Guaita cuando esta debutó en el Congreso y, este febrero, Isaac Bonillo (PSC) se incorporó tras el fallecimiento de la querida Carmina Pozuelo. Montserrat Vilella (Junts per Reus) salió para centrarse en la Generalitat y entró Pere Aluja.
En cuanto a grupos, a finales de 2020, Raúl Meléndez se desvinculó de Cs pero rechazó entregar el acta y siguió desarrollando su labor como no adscrito. Aluja y el propio Meléndez son los únicos que no figuran en listas para Reus este 28M.
Antes de la pandemia, desde la placidez de la mayoría, el gobierno continuista inició la millonaria remodelación de la Boca de la Mina, avanzó en los polideportivos Joan Rebull y Cèlia Artiga y en el skatepark, y arrancó el lavado de cara al Mercat Central. Licitó el contrato de las basuras, el más grande y convulso, que culminó en el paso de FCC a Valoriza-Romero Polo.
Empezó la peatonalización del Raval de Santa Anna y la construcción del Centre Social El Roser. Firmó el convenio para traspasar el hospital y la primaria de Sagessa a la Generalitat. Y sentó las bases del Centre Aquàtic i de Fitness, que acabaría descartando tras enredarse en la contratación. Anunció el cierre del actual Mercat del Carrilet. Subió los impuestos un 9,7%.
La ciudad reaccionó rápido al tsunami del coronavirus, volcó recursos en planes de reactivación y supo salir. El ejecutivo halló en la crisis una iniciativa estrella, los Bons Reus. Y trató de sacudirse la Covid enfocándose en el Pla d’Acció Municipal, cuya ejecución fija en el 86,6%. Luego vino el Pla Reus Horitzó 32, que marcará el rumbo del municipio para la próxima década.
El 28 de marzo de 2022, sobre el escenario del Bartrina, Pellicer desveló la incógnita: «No me presentaré a las elecciones municipales». El alcalde, pegamento de un gobierno que se empleó a fondo en mantener la imagen de unidad, se despide y pone fin a su ciclo de 12 años.
Y en el tablero ahora juegan reinas: Teresa Pallarès (Junts per Reus), exdelegada del Govern; Noemí Llauradó (ERC), presidenta de la Diputació; y Sandra Guita (PSC), diputada en el Congreso. Tres políticas de altura pugnan por pasar a la historia como la primera mujer al frente del Ayuntamiento de Reus.