El cloro es un elemento de la tabla periódica convertido en uno de los productos estrella de la química mundial. Como indicador, se calcula que aproximadamente el 1% del consumo eléctrico global está conectado con el cloro. Para ponerlo en contexto, sólo una planta convencional de producción de cloro tendría el consumo equivalente al de una gran ciudad, y por ello se investiga con tanta intensidad para reducir las necesidades de electricidad en el proceso.
Con una inversión que supera los 200 millones de euros, Covestro ha conseguido en Tarragona dar un paso de gigante en este camino de máxima eficiencia energética. «Hemos aplicado una nueva tecnología, por primera vez en el mundo a escala comercial, en la que se reduce un 25% el uso de electricidad; esto es muy importante porque sólo en la planta de Tarragona supone una reducción de 22.000 toneladas al año de CO2, el equivalente a unos 15.000 coches», expone Giorgio Dolfini, jefe de esta pionera instalación.
Reacción química diferente
La producción de cloro es posible gracias a una reacción que se realiza mediante un proceso electroquímico (electrólisis), una tecnología tiene casi 100 años con sólo agua y sal como materia prima. Sin embargo, Covestro ha ideado un proceso catalítico totalmente nuevo que ha llevado décadas de investigación a equipos enormes y muy competentes. «La planta de ODC, que es como se llama esta tecnología, -explica Dolfini-, tiene unas características totalmente distintas a una planta clásica, y requiere una atención a la reacción química muy diferente».
Covestro ha trabajado desde cero a partir de plantas experimentales más pequeñas ubicadas en Alemania. «La tecnología que empleamos se conoce desde los años 60, pero poderla llevar a nivel industrial ha requerido pasar por todas las etapas clásicas: las plantas piloto en Alemania, laboratorio, luego una planta demo integrada en una unidad clásica, y finalmente en Tarragona, la primera de este tamaño a nivel mundial... Tras una fase de ensayos y un procedimiento de puesta en marcha, hemos conseguido estabilizar la producción».
«Tras hacer las pruebas del catalizador, estabilizarlo e ir optimizando la receta, ahora la unidad está en fase comercial, aunque seguimos trabajando en puntos de mejora a nivel industrial», informa Dolfini.
El cloro se emplea en multitud de aplicaciones, de ahí que la producción anual, tanto en Europa como a nivel mundial, siga en continuo crecimiento. En el caso de Tarragona, se trata de una sustancia intermedia que se utiliza para la fabricación de isocianatos (MDI) en otra planta de Covestro, que a su vez sirven de materia prima básica para las espumas de poliuretano, «un material aislante utilizado en la industria del automóvil, en la construcción, los electrodomésticos... en general, en cualquier aplicación que necesite de aislamiento térmico».
El cloro también se aplica en el tratamiento y purificación del agua, quizá su uso más conocido, y con carácter general, en la fabricación de plásticos.
Aunque la producción principal se dedica a los isocianatos, en ellos no hay cloro. Como producto secundario, en los mercados se comercializa el ácido clorhídrico.
Además, el proceso de electrólisis permite obtener sosa cáustica, «que es otro material importantísimo estratégico que está en la base de la vida moderna, con múltiples aplicaciones en la industria de la alimentación, y también en la química porque se necesita para neutralizar reacciones... Es una molécula base muy valiosa para cualquier proceso químico y, en general, para hacer posibles un sinfín de productos.
Apuesta global
La nueva planta ODC se enmarca en la apuesta global de Covestro por la economía circular en su objetivo de descarbonizar por completo sus procesos industriales. «Es una señal más de cómo nuestra compañía apuesta por procesos innovadores que la llevan a una reducción de CO2; en este caso es una reacción muy limpia que no tiene prácticamente ningún impacto en el medio ambiente, ninguna emisión, pues trabajamos con procesos inorgánicos sin materia contaminante, sólo agua y sal».