El Índice de Precios al Consumo (IPC) se disparó el pasado mes de marzo hasta el 10%, su tasa más elevada desde 1985. Hace meses que la inflación está desbocada sin freno, arrastrada por el brutal encarecimiento de la electricidad (un 107,8% más en marzo), el gasóleo (+45,6%) y la gasolina (+33,6%).
Ir a comprar cualquier producto, no solamente los más básicos para subsistir que se incluyen en la cesta diaria de la compra, comporta desde hace meses tener que rascarse cada vez más el bolsillo. Que la subida de los precios de la energía ha impactado de lleno en el sector comercial es una realidad. Un 62% de los comerciantes catalanes asegura que se ha visto obligado a subir los precios de sus productos o servicios, o tendrá que hacerlo en breve. Así lo revela una encuesta realizada por PIMEComerç entre todos sus socios, donde también queda patente que un 86,13% de los encuestados aseguran haberse visto afectados por la tendencia ascendente de los precios de la energía, de los cuales un 71,14% han sufrido un aumento de la factura energética, que oscila entre un 10% y más de un 50%.
Otro dato destacado de esta consulta es que el 85,77% de los comerciantes han percibido una disminución de las ventas desde que empezó la situación geopolítica actual, marcada por la guerra de Ucrania. Este porcentaje estaría ligado directamente con el hecho de que un 71,53% de los consultados afirma que esta situación está teniendo un impacto directo en su negocio y un 24,27% afirma que podría tener impacto si la situación se alarga.
Detrás de estos tantos por ciento hay numerosas historias de pequeños comerciantes que están teniendo que hacer encaje de bolillos para que cada mes les cuadren los números. Como por ejemplo, Josep Mestres, propietario de la tienda de electrodomésticos Butan Reus. Este sector ya empezó a notar el incremento de los precios a finales de 2021, con la crisis de la falta de materias primas y el colapso de contenedores en China. «Pero este año ha ido a más y hemos pasado a comprar a las marcas de electrodomésticos entre un 5% y un 10% más caro, por lo que hemos tenido que subir nuestros precios de venta también entre un 5% y un 10%», comenta Josep, quien aclara que «los precios de servicio de entrega a domicilio los hemos mantenido».
Márgenes pequeños
La alternativa a no subir precios es muy sencilla. «Sencillamente tendríamos que cerrar el negocio. Trabajamos con márgenes muy pequeños y no podríamos asumir este incremento. Aunque hayamos subido los precios seguimos trabajando con el mismo margen de ganancia, porque a nosotros también nos han subido. En definitiva, si sube el precio del coste del producto, nosotros estamos obligados a cobrar más al cliente», sentencia Mestres.
Algunos comerciantes están empezando a tirar de imaginación para compensar los enormes gastos que tienen, especialmente en consumo eléctrico. Es el caso de Albert Poy, propietario de la Pastisseria Poy de Reus, que desde hace un mes cierra el negocio media hora antes cada tarde. «Por un lado lo hago para intentar conciliar la vida familiar, pero también para evitarme las horas punta más cara de la electricidad, que son de 20 a 21 horas», explica Poy.
En su caso, también se ha visto obligado a subir precios. «No he tenido más remedio. Todo sube: el papel y el cartonaje, la electricidad, etc. Todo ello hasta el punto de que puede ser un elemento que acabe hundiendo muchos negocios», se lamenta este comerciante.
Poy recuerda que «aunque haya subido precios, lo he hecho de forma moderada y no tanto como lo que a mi me han subido los materiales o la electricidad. Piensa que el kilo de mona lo he subido este año 1,50 euros, algo ridículo si lo comparas con lo que me ha subido a mi todo lo que compro». Por último, Poy admite que «al final, todo esto lo acaba pagando el consumido final, pero si no lo hago rayaríamos la inviabilidad del negocio».
Situación desesperante
Con muchísimos comercios ahogados por el incremento de precios, el presidente de Pimec- Comerç Tarragona, Florenci Nieto, califica la situación como «desesperante. Si no subiesen precios, muchas tiendas tendrían que cerrar. Han aumentado todos los costes de los productos y es imposible mantener los precios, porque no se podrían pagar alquileres, luz, gas, sueldos, etc. Todo ello, sacrificando los bolsillos de las familias».
Nieto quiere dejar bien claro que «el comerciante nunca querría subir precios, porque es una política anticomercial. Nadie, empezando por los consumidores y terminando por los propios comerciantes, está para tirar cohetes. Estamos en una época en la que, precisamente, los precios tendrían que bajarse, pero es imposible. Un ejemplo lo tenemos en las pasadas rebajas de invierno, donde muchas tiendas no han podido aplicarlas porque la situación es tan crítica que no se han podido permitir el lujo de bajar los precios».
El presidente de Pimec-Comerç Tarragona es muy crítico con la clase política. «Si hablamos de energía parece que se rían de nosotros. En Tarragona somos productores de energía y, en cambio, en de los sitios donde más cara la pagamos. Somos los grandes olvidados de unos políticos a los que parece ser los únicos que no les afecta la situación».
El peor momento
El aumento exagerado del precio de la energía no ha llegado en el mejor momento para nadie. Así lo explica Meritxell Barberà, presidenta de la Unió de Botiguers de Reus, quien asegura que «todo esto ha llegado después de una pandemia y con muchos frentes abiertos. El contexto de la guerra tampoco ayuda y afecta en el estado de ánimo de los compradores».
Barberà aclara que «los comerciantes nos vemos obligados a subir los precios porque las materias primas suben y los proveedores nos cambian de tarifas al alza cada pocos días. Cada vez tenemos más gastos fijos y las familias tienen menos poder adquisitivo. Así, cada vez hay más brecha y los comerciantes tenemos menos margen de maniobra».
La presidenta de la Unió de Botiguers de Reus no sabe «hasta cuándo podrán aguantar este situación muchos comercios. Podrán hacerlo los más sólidos, pero el pequeño comercio lo pasará mal si esto dura mucho».
Estrategias para ahorra gasto en electricidad como la puesta en práctica por la Pastisseria Poy se repiten entre muchos comercios de Reus. «Antes, muchas tiendas al cerrar por la noche dejaban las luces encendidas y se apagaban después con un temporizador. Ahora, las apagan, en detrimento de la iluminación de las calles y de la seguridad», sentencia Barberà.