La Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT) mostró su satisfacción por la obtención de un nuevo apoyo de la Comisión Europea (CE) a su estrategia para ser uno de los clústers industriales que lideren las nuevas tecnologías de descarbonización en la Unión Europea (UE).
El miércoles, la Comisión Europea dio a conocer los 85 proyectos seleccionados en la última convocatoria de subvenciones del Fondo de Innovación de la Unión Europea, creado para «poner en práctica tecnologías limpias de vanguardia en toda Europa».
Entre estos proyectos, tal y como adelantó en exclusiva el Diari de Tarragona, se encuentra TarraCO2, un almacén de CO2 offshore frente a la costa de Tarragona (a unos 40 kilómetros en línea recta del polo petroquímico de Tarragona), impulsado por Repsol, crucial para gestionar el CO2 capturado de fuentes donde es difícil hoy la reducción de las emisiones (hard-to-abate), en industrias de gran consumo de energía.
«Como sector -explicó Maria Mas, directora gerente de la AEQT-, es una gran noticia este reconocimiento europeo, en un proceso de selección en competencia, que representa la validación de que Tarragona está dando pasos en las nuevas tecnologías de descarbonización».
Las tecnologías de captura, transporte, almacenamiento y uso del carbono (CCUS, por sus siglas en inglés) son hoy una de las prioridades de la nueva Comisión Europea, que ha visto cómo estas ‘tecnologías puente’ permiten descarbonizar la industria sin poner en peligro su competitividad, mientras se desarrollan nuevas tecnologías para sustituir los procesos hard-to-abate.
En estas tecnologías, el polo petroquímico de Tarragona se mantiene un año más en el grupo de clústers seleccionados por la Comisión Europea para liderarlas. «En algunos procesos, las tecnologías CCUS son imprescindibles, porque hoy son las únicas viables, y necesitan una infraestructura geológica lo más cercana posible», explica Maria Mas en alusión al proyecto TarraCO2.
«Es importante también -prosigue Maria Mas- tener en cuenta que la gran integración [del polo petroquímico] de Tarragona empieza en los crackers, y la descarbonización de esos crackers [mediante la captura y el almacenamiento de CO2] tiene un impacto en todo el resto».
«Hay proyectos piloto -observa- para electrificar esos crackers, en lugar de recurrir a la captura de CO2; pero tecnológicamente, su uso a escala industrial todavía no es posible. Quizás lo sea a ocho o diez años vista, y por eso hablamos de estas tecnologías CCUS, que son de transición».
«El proyecto TarraCO2 -concluye Maria Mas- es un proyecto habilitador de otros muchos proyectos que están por venir. Cuando una empresa hace un estudio de inversión, siempre es una solución mucho mejor tener un almacén de CO2 cercano que tener que mandarlo en barco hasta Noruega, lo cual acaba haciendo esa inversión inviable».