El presidente de la Comisión de Energía de Pimec, José Enrique Álvarez, lo tiene claro: «hay que tomar una decisión de urgencia». Es su posición ante las conclusiones del informe ‘Estudio sobre el impacto del cierre nuclear’, elaborado por la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC) que alerta de que el cierre de las nucleares «tendrá graves consecuencias energéticas, ambientales y económicas» en Catalunya. Álvarez cree que la solución pasa por prolongar la vida de las nucleares un mínimo de 10 años. «Están preparadas para ello, sin duda», asegura.
No habla de revertir una decisión tomada en su día por el Gobierno, sino que insiste en que se trata de tomar una nueva decisión teniendo en cuenta el contexto actual y el cambio de escenario con el que nos hemos encontrado. «En Catalunya, los últimos 15 años no lo hemos hecho bien a nivel energético. Y ahora nos pilla el toro», lamenta. Y se muestra crítico con el peso secundario que a menudo se le da a Tarragona en Catalunya: «si esto ocurriera en Barcelona, ya estaría resuelto».
Álvarez asegura que este tema es una gran preocupación del sector industrial. «Ya no queremos entrar en el debate de si deben cerrar o no, pero no hemos llegado a la suficiente potencia de renovables ni de almacenaje. No se adaptan a nuestra curva de producción industrial ni de vida», insiste, asegurando que es necesaria una fuente energética distinta al sol o al viento. «Entonces, solo quedaría la hidráulica –el agua la guardamos como un bien muy preciado- o las centrales térmicas. Si quitamos las centrales nucleares que proporcionan esta energía cuando no hay sol ni viento, nos quedamos solo con los ciclos combinados que queman gas natural, y tiene un precio muy caro. Hablamos de una posible subida del precio del 30 o 35%, siendo conservadores. Y no quiero entrar en una crisis económica», concluye.