El espacio que ocupa una cama puede convertirse en la solución temporal de una parte de la crisis de vivienda asequible en España, y muchos ven en los hoteles cápsula una alternativa ante el grave problema habitacional que vive el país.
Encontrar un lugar donde quedarse de manera regular y a buen precio en el centro de una ciudad como Madrid se ha convertido en una odisea, y los incipientes hoteles cápsula, de inspiración japonesa y que modernizan los tradicionales albergues para mochileros dándoles privacidad, se ven como una solución barata a la necesidad de dormir en la capital por periodos largos de tiempo.
Este perfil de inquilino no era el que buscaba ArtSeven Hostels, un albergue futurista de temática de películas de ciencia ficción y pasillos laberínticos con luces de neón a cinco minutos a pie de la plaza Mayor de la capital española, que desde hace un año y medio recibe reservas de españoles que ven en sus cápsulas la respuesta a su necesidad de alquilar un espacio en Madrid.
"Pensábamos que íbamos a tener más clientes internacionales que nacionales, y al final se ha convertido en todo lo contrario", comenta a EFE Paula Funchal, una de las socias. "Mucha gente viene por trabajo, a lo mejor para un día a la semana o dos, y se convierten en clientes fijos", añade.
De las 52 cápsulas del establecimiento, hay una que lleva dos meses con el mismo huésped que renueva semana a semana su estancia: una persona que por la falta de disponibilidad de apartamentos turísticos y la imposibilidad de cumplir los requisitos de un alquiler apuesta por una cápsula que no llega a los dos metros cuadrados (en su versión individual) como residencia temporal.
"Es una opción que está creciendo", reconoce Funchal. A este huésped, que también tiene acceso a las zonas comunes –con electrodomésticos como microondas y lavadora/secadora–, se le ha hecho un precio especial por esta estancia excepcional de más de dos semanas: 35 euros (37 dólares) la noche. La pernoctación en un hostal de la misma calle cuesta el doble.
El otro perfil es del 'cliente recurrente', que va a Madrid uno o dos días a la semana porque la sede central de su empresa está en la capital y tiene que acudir a reuniones de manera presencial, y ha convertido la cápsula en su vivienda temporal en detrimento de un hotel o el alquiler de una habitación.
Funchal insiste que el albergue "no está pensado para una persona que quiera vivir aquí".
Negativa a un alquiler encubierto
La existencia de estos perfiles de clientes habituales puede llegar a esconder la existencia de un alquiler encubierto de larga duración. Esa una situación que "no interesa" a ArtSeven Hostel, que se limita, como mucho, a reservas mensuales renovables.
"No se hacen contratos de alquiler, esto es un alojamiento turístico para hacer estancias cortas", recuerda Funchal, que pone sobre la mesa que no tienen los permisos ni licencias para ir más allá.
"No dejaríamos que eso llegara hasta ese punto. Queremos tener un servicio turístico de estancias cortas, como lo que son los albergues de toda la vida. Ese es el perfil que tenemos y queremos seguir teniendo. No queremos convertirnos en alojamiento fijo para nadie", sentencia.
Un problema estructural
La vivienda se ha convertido en uno de los principales problemas en España. La masificación del turismo, principal motor económico del país, junto a la gentrificación y la apuesta de los propietarios de inmuebles por lucrativos alquileres turísticos de corto plazo han elevado los precios de los alquileres, creando una grave crisis habitacional.
El precio de la vivienda en España acentuó su incremento en el tercer trimestre del año hasta el 8,1 % interanual, su mayor subida en dos años y medio (desde comienzos de 2022), y encadena más de cuarenta trimestres consecutivos (42) al alza, unas subidas que comenzaron en 2014, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Un informe reciente apuntaba que el 20 % de los hogares españoles de menor renta dedican más del 70 % de sus ingresos al pago de un alquiler.