España es el gran país de la eurozona donde más bajaron los salarios reales en 2022 a causa de la elevada inflación. Este índice, que se calcula al incorporar al sueldo el impacto negativo de los precios, cayó un 5,3%, uno de los descensos más fuertes registrados en toda la OCDE, según se desprende del informe anual Taxing Wages que publicó este martes la organización.
Y es que pese a que los sueldos brutos crecieron un 2,9% (casi 800 euros) hasta los 28.360 euros brutos de media al año, la disparada inflación (que cerró el año en el 8,6%) hizo mermar el poder adquisitivo de los españoles en mayor medida que sus socios europeos. De media, el salario real de los 38 países que componen la OCDE sufrieron una pérdida del 3,4%, dos puntos menos que en España.
Es más, el poder adquisitivo de los españoles cayó diez veces más que en Francia (-0,5%), el triple que en Italia (-2,2%) y 1,4 puntos más que en Alemania (-3,9%), país que tuvo una tasa de inflación similar a la nuestra en 2022 pero donde la importante subida de los salarios amortiguó el golpe. Por poner varios ejemplos, en Italia los sueldos subieron de media 1.800 euros en un año (hasta los 33.855 euros anuales), en Alemania se alzaron en 2.200 euros (hasta los 55.041 euros de media al año) o en Francia, 2.100 (hasta los 41.540 euros).
Los únicos países europeos cuyos salarios reales se redujeron más que en España fueron Países Bajos, Grecia, Estonia, República Checa, Letonia y Lituania, sobre todo por sus tasas de inflación de doble dígito al cierre del año pasado.
El 40% del sueldo en impuestos
Unos sueldos que además están condicionados por los elevados impuestos a la renta que se pagan en España en comparación con la media de la OCDE. Así, los españoles pagaron de media el 39,5% de su renta en impuestos y cotizaciones en 2022, prácticamente lo mismo que en 2021. Esta presión fiscal (la suma de IRPF y cotizaciones sociales) está cinco puntos por encima de la media de los 38 países que componen la organización, que se quedó en el 34,6% en 2022, cuatro décimas por encima que el año anterior.
Sin embargo, esta cuña fiscal de España es dos puntos y medio más baja que la media de la eurozona, que se situó en 2022 en el 42%, siete décimas más alta que el año anterior. Los datos del informe revelan que España ocupa la 15º posición de mayor presión fiscal, la misma que tuvo en 2020. Los países que encabezan la tabla son Bélgica (53%), Alemania (47,8%), Francia (47%), Austria (46,8%) e Italia (45,9%).
Por encima del 40% también se encuentran Finlandia, Eslovenia, Suecia, Portugal, Eslovaquia, Hungría y Luxemburgo. Por tanto, los españoles pagan casi diez puntos menos en impuestos sobre la renta que otros países del entorno como Bélgica, Alemania o Francia, e incluso menos que Italia o Portugal.
Pero en conjunto el documento posiciona a España en el grupo de países que más paga. Los países de la OCDE que tienen unos impuestos más bajos al trabajo son Suiza (23,4%), México (20,4%), Nueva Zelanda (20,1%) y Chile (7%).
Líderes en costes laborales
La pata que más pesa en los impuestos sobre la renta son las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo de la empresa, que en España suponen el 23% del sueldo, el quinto más alto de la OCDE y muy por encima de la media (13,4%). Está también por encima del porcentaje que se paga en países del entorno como Alemania (16,6%), Portugal (19,2%) o Reino Unido (10,4%), aunque se queda por debajo de las de Francia (26,7%) o Italia (24%).
Y eso que estos datos al ser de 2022 no incluye aún la subida en las cotizaciones que supone la reforma de las pensiones recientemente aprobada. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, hizo hincapié en que el informe de la OCDE contiene «imprecisiones» porque se mezclan impuestos con cotizaciones cuando son dos conceptos «radicalmente diferentes».
Por ello, instó a acometer una reforma tributaria en España de carácter «estructural», que acabe con los «privilegios fiscales» y con el «injusto» reparto de los ingresos por IRPF, pues el 85% de la recaudación por este impuesto procede de los salarios de los trabajadores. La ministra insistió en que esto «no va de bajar o subir impuestos», sino de quién los paga y de la necesidad de que desaparezcan «privilegios», pues «hay gente con enormes beneficios que no paga lo que debiera».