Vides muertas que habrá que arrancar y desplomes de la producción de entre un 60% y un 70%. Es lo que Josep Marrugat, Responsable nacional del sector de la Vinya i el Vi de Unió de Pagesos (UP) asegura que ha sucedido en lo que describe como «la zona cero» de la vendimia que estos días toca a su fin.
«La vendimia -explica Josep Marrugat- ha estado marcada por una sequía muy fuerte, y en casos como el Baix Penedès podemos hablar de prácticamente una ‘zona cero’ donde buena parte de la viña en municipios como Llorenç del Penedès, Banyeres del Penedès, L’Arboç, Bellvei, Albinyana o Sant Jaume dels Domenys ha quedado muy tocada, con pérdidas de producción de entre el 60% y el 70% y vides muertas».
«Lo que nos preocupa más -añade este representante sindical- es cómo han quedado las viñas, porque muchas no han brotado. Y si no llueve este otoño e invierno, para que puedan brotar el año que viene, aunque sea sin fruto, entonces estarán más muertas que vivas».
«El Baix Penedès es prácticamente una ‘zona cero’, con buena parte de la viña muy tocada»
Josep Marrugat (Unió de Pagesos)
«La siguiente campaña -prosigue Josep Marrugat- se presenta muy complicada, porque prima la supervivencia de la planta. Es un panorama con el que no nos habíamos encontrado nunca, y no sabemos cómo gestionarlo».
Por todo ello, este colectivo de agricultores se está planteando solicitar la declaración de zona catastrófica para la viña del Baix Penedès. Aunque, ni de lejos, sea la única comarca de la demarcación de Tarragona que ha acusado los efectos de una sequía severa en esta campaña de recogida de la uva.
El balance de la presente vendimia, donde las comarcas de Tarragona participan en ocho denominaciones de origen de vino (Penedès, Conca de Barberà, Tarragona, Montsant, Terra Alta, Catalunya y Cava, además de la DOQ Priorat) de entre las doce que hay en Catalunya, no es, en términos generales, satisfactorio.
Tras la ‘zona cero’ del Baix Penedès le siguen comarcas como el Alt Camp y el Tarragonès (además de las también limítrofes Garraf y Alt Penedès, aunque en la demarcación de Barcelona) entre las grandes damnificadas por los efectos de esta sequía.
Lo explica Joan Josep Raventós, responsable del sector del vino de la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) y miembro del consejo rector de la DO Tarragona: «En el balance de esta vendimia, y a falta de tener los datos definitivos de la DOQ Priorat y la DO Montsant, que todavía están vendimiando, hay que destacar sobre todo la poca cosecha que ha habido por culpa de la sequía, pero con diferencias notables por las lluvias localizadas, incluso dentro de un mismo municipio».
«La zona más afectada -prosigue Joan Josep Raventós- es la DO Cava, con el Baix Penedès, el Alt Camp y el Tarragonès como las comarcas con los pueblos que más han sufrido esta sequía. En algunos casos, hay productores que han llegado a perder hasta un 90% de la cosecha, a lo cual hay que sumar algunas viñas que quizás habrá que arrancar, con líneas donde puede haber más de un 20% de vides muertas».
En la otra cara de la moneda, la sequía ha permitido, este año, esquivar plagas como el mildiu, que marcaron anteriores campañas, con plantas muy sanas (las que han sobrevivido) y un saldo de «poca cosecha, pero de una calidad excelente», destaca Joan Josep Raventós.
«Hay una saturación del mercado mundial de vino tinto que ha hecho que bajase el precio de la uva roja»
Joan Josep Raventós (FCAC y DO Tarragona)
Otras denominaciones de origen como Terra Alta, Montsant o DOQ Priorat, aunque también con descensos, parecen haber podido esquivar los efectos más severos de la sequía gracias a algunas precipitaciones localizadas y al uso, en muchos casos, del riego de apoyo. Así lo reconoce Jordi Rius, secretario del consejo regulador de la DO Terra Alta, donde la recogida de la uva blanca terminó hace ya dos semanas y la vendimia encara su recta final estos días con el resto de la uva roja.
«A nivel sanitario y de calidad, la uva de esta campaña -explica Jordi Rius- podría calificarse entre el notable alto y el excelente. Y, a nivel de producción, en nuestro caso la sequía no ha sido tan extrema, porque ha llovido más y la Terra Alta ha sido la comarca donde había más reserva hídrica de Catalunya. Este año, las lluvias han sido muy generosas, y estamos contentos».
En combinación con el uso del riego de apoyo, esta denominación de origen calcula que el descenso en la producción respecto a un año promedio estará en torno al 15%. Una cifra claramente alejada de las que manejan zonas como el Baix Penedès, pero también de la media de Catalunya, donde la FCAC calcula que, de promedio, la caída de la producción oscilará entre el 40% y el 45%. «El riego de apoyo -admite Jordi Rius, de la DO Terra Alta- es esencial, y con alrededor de un 50% de las viñas de esta denominación de origen con riego, juega un papel fundamental».
Pero también aquí la moneda tiene su reverso. Con una uva de calidad y -visto el contexto de otras zonas vecinas- unos niveles de producción en la DO Terra Alta más que decentes, ¿se puede pedir más? La respuesta es que sí. Concretamente, una destilación de crisis.
¿Por qué? La razón es el fenómeno, relativamente reciente, de un cambio en los hábitos de consumo de vino, con un retroceso mundial del vino tinto en beneficio del vino blanco, que se encuentra en claro crecimiento.
Hasta el punto de que, en esta campaña de la uva que termina en toda España, «la uva blanca de algunas variedades autóctonas de Galicia se está pagando al triple del precio que se paga por las mejores uvas rojas de La Rioja», asegura Joan Josep Raventós, de la FCAC.
«A nivel sanitario y de calidad, la uva de esta campaña está entre el notable alto y el excelente»
Jordi Rius (DO Terra Alta)
«Hay una saturación -explica Joan Josep Raventós- del mercado mundial de vino tinto que ha hecho que bajase el precio. Esta caída en el consumo mundial de vino tinto se atribuye a cambios en los hábitos alimentarios, con menos consumo de carne, al aumento de las temperaturas, que lleva a preferir el consumo de vinos blancos más frescos, y a los gustos de las nuevas generaciones de consumidores».
Con muchas bodegas almacenando todavía stocks de vino tinto con poca salida comercial, la destilación de crisis ha sido una respuesta para liberar ese espacio ante la nueva campaña de recogida de la uva. «Hoy -asegura Josep Marrugat, de Unió de Pagesos-, nos podemos encontrar un vino tinto de crianza en un lineal de supermercado por cuatro euros; y quien compra esta botella, no te comprará las otras».
Algunas bodegas de la DO Terra Alta se cuentan entre las que se han acogido a esta destilación de crisis para el vino tinto, como reconoce su secretario, Jordi Rius: «En la uva roja estamos sufriendo este descenso en el consumo de vino tinto, y hemos solicitado una destilación de crisis a la que se han acogido algunas bodegas, pero son medidas excepcionales».
«Nuestra gran suerte como denominación de origen -prosigue Jordi Rius- es que un 50% de nuestras viñas son de color rojo, pero el otro 50% son de color blanco. Eso nos da mucha ventaja, gracias a la garnatxa blanca, que nos ha abierto mucho mercado».
La apuesta por el vino blanco de esta región vinícola, hace más de una década, para diferenciarse de otras denominaciones de origen mucho más consolidadas en el vino tinto, como la DOQ Priorat, es ahora un seguro en forma de diversificación.
«Si tuviese que apostar -añade Jordi Rius-, pienso que la tendencia seguirá en esta dirección, porque los consumidores ya no buscan esos vinos con tanto cuerpo, y los nuevos consumidores antes probarán una garnatxa blanca que un tinto crianza».
Tendencias que requieren planteamientos estratégicos para todas aquellas zonas productoras muy ligadas al vino tinto, pero que, en el caso de algunos de los grandes damnificados por la sequía de esta campaña, escapan a las preocupaciones de la inmediatez, donde el debate se sitúa en qué hacer una vez arrancadas las vides que han muerto por falta de agua.
«Para que una nueva viña entre en producción -explica Josep Marrugat, de Unió de Pagesos- necesitas cuatro años, pero también una inversión muy alta, de 15.000 euros por hectárea, que no todos los agricultores podrán afrontar». Si a ello se le suma un escenario en el que es más que probable que las sequías y los fenómenos climáticos extremos como las olas de calor se mantengan en el tiempo, esa inversión podría ser incluso más.
«Será una cosecha de oliva corta: el contexto es, un año más, escasez de aceite»
Antoni Galceran (FCAC y DOP Siurana)
«Hay mucha gente -explica Josep Marrugat- que habla de riego de apoyo y agua regenerada, pero todo esto aumenta la inversión. Si esa inversión es para terminar vendiendo la uva por debajo de los 50 céntimos el kilo, entonces no es rentable. Además, la viña es un cultivo que no es de primera necesidad, así que hemos de ser conscientes de que, en el momento de priorizar esos riegos de apoyo, no se pueden pedir cosas que no están al alcance».
«Otra opción -prosigue este agricultor- es bajar la densidad por hectárea, y en lugar de producir 12.000 kilos de uva por hectárea, pasar por ejemplo a 6.000 o 7.000 kilos. Pero para ello, nuevamente, el precio de la uva tendría que estar en torno al euro, el doble que ahora».
Desde la FCAC, Joan Josep Raventós, corrobora este diagnóstico: «El año pasado ya fue un año malo, con una caída del 30% en muchas cooperativas. El problema es que venimos de una cosecha muy mala, y las previsiones para la próxima cosecha, tal y como han quedado las plantas en esta, difícilmente será normal».
El aceite sigue al vino
Termina la vendimia, arranca la campaña de la oliva. De mediados de octubre a finales de diciembre se desarrollará el epílogo de una sequía donde el aceite de oliva no escapa al camino marcado por el vino, aunque con menos damnificados entre unos árboles especialmente resistentes... a costa de guardar sus frutos para otra ocasión.
Lo explica Antoni Galceran, responsable del sector del aceite en la la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) y presidente de la DOP Siurana, una de las tres denominaciones de aceite de oliva (junto a la DOP Baix Ebre-Montsià y la DOP Oli Terra Alta) que hay en las comarcas de Tarragona: «Todavía no tenemos la estimación oficial de la cosecha en cantidades, pero ya avanzo que será una cosecha corta, que viene de otra cosecha corta el año pasado, porque son dos cosechas de sequía».
«Respecto al año pasado -prosigue Antoni Galceran-, la producción de las tres DOP quizás sea algo superior, en torno a un 55% de la media, pero hay que tener en cuenta que la del año pasado fue la más baja de los últimos veinte años».
Eso es lo que ha llevado, según su análisis, a que «las cooperativas ya no tenemos aceite para vender», y que los precios hayan escalado, en un mercado donde «el precio mundial lo marca la producción española, que ha bajado, hasta el punto de tener que importar aceite de Túnez o Marruecos. El contexto es, un año más, escasez de aceite», vaticina.
Aunque no todo son malas noticias para las DOP del sur de Catalunya. Cuenta Antoni Galceran que el encarecimiento del aceite de oliva para los envasadores puros ha supuesto un giro de 180 grados en la situación de dominio de la gran distribución, que «históricamente había usado el aceite de oliva como producto reclamo, con promociones que ahora ya no pueden mantener. Este es el año en el que las DOP hemos vendido más aceite que nunca, porque la gente se ha dado cuenta de que, por calidad-precio, la mejor opción éramos nosotros. Si veo un aceite de marca blanca casi al mismo precio que uno DOP, elijo el segundo».