Castell d’Or sigue creciendo en Vila-rodona. Esta empresa vitivinícola participada por 16 cooperativas catalanas (la mayoría de las cuales, situadas en las comarcas de Tarragona) acaba de invertir 2,7 millones de euros en una nueva línea de envasado en sus instalaciones del Alt Camp, inauguradas apenas hace dos años tras una inversión de 5,5 millones de euros.
Con esta nueva línea de envasado, que Jordi Amell, director general de Castell d’Or, confía en que esté operativa a finales del presente mes de julio, esta empresa acumula más de 8 millones de euros invertidos desde el año 2020, en un plan de crecimiento que les ha conducido a duplicar su capacidad de producción, al pasar de los actuales 9,5 millones de botellas a los 22 millones que podrían alcanzar, a máxima producción, con la nueva línea.
Las buenas perspectivas de los mercados de exportación, donde «estamos en crecimientos superiores al 20% anual», explica Jordi Amell, explican este esfuerzo inversor, tras una primera reorganización estratégica que les llevó a abandonar la sede de Vilafranca del Penedès (Alt Penedès) para instalarse en unas nuevas instalaciones en Vila-rodona.
Constituida en el año 2005 en Vilafranca del Penedès con el impulso de nueve cooperativas (la mayoría de ellas, de las comarcas del sur de Catalunya) para integrar sus operaciones productivas, de envasado y de comercialización en vino y cava -con el foco principal en los mercados de exportación-, Castell d’Or, ya con 16 bodegas cooperativas como socios, decidió concentrar en el año 2020 sus operaciones comerciales y de envejecimiento de cava en Vila-rodona.
Se trata de unas instalaciones de alrededor de 8.700 metros cuadrados con dos plantas subterráneas para el envejecimiento de cava, donde se ha habilitado un espacio de oficinas y una sala de visitas, además de un almacén logístico de más de 1.800 metros cuadrados.
Vila-rodona en el centro
En este municipio del Alt Camp, esta empresa ya llevaba a cabo la mayoría de su producción, a través de las instalaciones del Celler Cooperatiu i Secció de Crèdit de Vila-rodona (una de las nueve cooperativas fundadoras de Castell d’Or), donde se concentraba alrededor de un 65% de la producción, con el restante 35% distribuido entre L’Arboç (Baix Penedès) y L’Espluga de Francolí (Conca de Barberà). Ahora, el peso de Vila-rodona aumentará hasta el 75% de la actividad.
La centralidad de la demarcación de Tarragona es evidente en este proyecto empresarial: L’Espluga de Francolí, Barberà de la Conca, Vila-rodona, Bràfim, Nulles, La Nou de Gaià, L’Arboç, Bellvei y Calafell son los municipios de las comarcas de Tarragona que participan en Castell d’Or, a los que se les suman algunos de Les Garrigues y otros más del Alt Penedès y Garraf, hasta totalizar 16 bodegas cooperativas que representan a más de 2.200 familias de agricultores.
Algunas de estas bodegas cooperativas forman parte del patrimonio artístico y cultural de Catalunya, donde se encuentran algunas ‘catedrales del vino’ modernistas como las de L’Espluga de Francolí, Vila-rodona o Barberà de la Conca.
Las denominaciones de origen Cava, Tarragona, Conca de Barberà, Penedès y Catalunya componen la oferta de esta empresa, donde alrededor de un 80% de su facturación (que el año pasado alcanzó los 17 millones de euros, con perspectivas de cerrar el presente 2022 en los 20 millones de euros) fue consecuencia de las exportaciones. El restante 20% de sus ventas se concentra hoy en Catalunya, algo en Illes Balears y un poco más en Euskadi.
Hoy, Castell d’Or, donde trabajan 54 personas de forma estable en plantilla, cuenta con más de 25 marcas comerciales en el mercado, con una decena de tipos de producto diferente, de promedio, por marca, lo que da como resultado alrededor de 250 referencias de producto distintas.
Con presencia en 38 países -donde Europa Central (Bélgica, Países Bajos, Alemania y el norte de Francia, principalmente) ocupa una parte destacada, junto con EEUU y Japón-, la hostelería y la distribución para hostelería concentran hoy la práctica totalidad de sus exportaciones, con el cava como producto central. En 2021, Castell d’Or produjo 9 millones de botellas de cava, frente al medio millón de botellas de vino.
Hostelería
En estos mercados internacionales, su enfoque en la hostelería y la restauración (con muy contadas excepciones en las que pueden encontrarse productos de Castell d’Or en puntos de venta al público) responde al hecho de que, según explica Jordi Amell, «vamos con vinos de gran calidad, con un precio justo y adecuado del producto, y la hostelería y la distribución nos dan las oportunidades para poder expandir nuestra marca como nosotros queremos».
Los mercados asiáticos y sudamericanos, además de algunos africanos, son los próximos objetivos en el plan de internacionalización de Castell d’Or. «Hay un montón de países -asegura Jordi Amell- que son nuevos consumidores de espumosos, con una demanda notable. Aquí, en cambio, es ya un mercado muy maduro».
En estas previsiones de crecimiento que les han llevado a ampliar su capacidad de producción -con esta reciente inversión en una nueva línea de envasado., el peso de las exportaciones se prevé estable, con algunos impactos en determinados mercados que están siendo compensados con una mayor presencia en otros mercados en expansión.
Es el caso de «Rusia y Ucrania, que suponían alrededor de un 2% de nuestra facturación -explica el director general de Castell d’Or-, que estamos intentando suplir con países asiáticos, sudamericanos y alguna parte de África».