Conocer un entorno natural único en primera persona es posible en el sur de Cataluña, dónde igual se puede practicar escalada, ciclismo o senderismo por bosques frondosos que sumergirte entre atunes o posidonia, ver el mar des de dentro o colgarte los prismáticos y la guía ornitológica y proponerse conocer otras aves que viven en la zona, aunque tus preferidos siempre sean los flamencos.
Uno de los mejores sitios para practicar cicloturismo es la Vía Verda, que también se puede recorrer a caballo o andando. El recorrido que te lleva des de los bosques de pinos y antiguos túneles ferroviarios hasta los arrozales y miradores del Delta del Ebro, cuenta con caminos planos y adaptados para la circulación en bicicleta, dónde los vehículos a motor no tienen cabida.
Para los que prefieren pasar las mañanas calurosas de verano en el agua, es un placer disfrutar de la brisa marina y bañarse en las tranquilas playas ebrenses, dónde también se puede practicar submarinismo o ir en piragua por la s aguas planas de la bahía.
Si sois peces de agua dulce, otra opción es contratar alguna de las rutas en kayak por el río Ebro, que lo recorren entre islas y bosque de ribera hasta la desembocadura en un camino que llevará por banda sonora el cantar de los pájaros. Si elegís esta opción, tened en cuenta que navegar por el río puede ser maravilloso, siempre que se haga con precaución, así que es mejor contratar algunos de los servicios profesionales e ir siempre preparados con chaleco, ropa cómoda, agua, crema solar y algún protector para los mosquitos y la mosca negra.
También de agua dulce y fría son las fuentes naturales que hay repartidas por Els Ports, no tan recomendables para hacer con niños y niñas. Para llegar hasta parajes como el del barranco de la Caramella hace falta hacer un poco de senderismo y afrontar algunos desniveles, pero sus vistas valen la pena, como las de los Estrets, en Arnes o Les Olles, d’Orta de Sant Joan. Más fácil es el camino hacia la font de Sant Pere o el pantano de Ulldecona, así que la decisión final será del viajero.
La bicieta, la mejor aliada para recorrer el Delta
La bicicleta y Delta del Ebro conforman un binomio inseparable, pues el buen clima, los itinerarios llanos y rodeados de grandes extensiones de arrozales y los miradores o espacios dónde parar a descansar y disfrutar del paisaje hacen que sea uno de los destinos favoritos para ir sobre dos ruedas.
Si no quieres cargar con tu bicicleta todo el tiempo, debes saber que en Tortosa, Amposta, Sant Jaume d’Enveja, Deltebre o la Ràpita hay un montón de sitios dónde alquilarlas tanto de las convencionales como eléctricas. Además, en espacios como la Casa de Fusta hay la posibilidad de alquilar también tándems o bicicletas dobles para echar unas risas en familia.
En su conjunto, las Terres de l’Ebre tienen un buen recorrido para ir con bicicleta, pues otra de los opciones es empezar el recorrido por el norte, a través de la Vía Verda, y unir el camino con las diferentes rutas por el Delta del Ebro, ya que la Vía Verda de la Val de Zafán transcurre por la antigua vía férrea que une todo el territorio des de la Terra Alta hasta la desembocadura del río Ebro.
El río Ebro des de dentro, una experiencia única
La navegación fluvial se entendió durante muchos siglos como la principal fuente de comercio de las Terres de l’Ebre, y así lo reflejan obras como ‘Camí de Sirga’, del escritor de Mequinensa Jesús Montcada. Y es que recorrer el Ebro des de su interior aporta una experiencia única, y hora sonnavegables los más de 100 kilómetros de río que hay entre Ascó y Amposta. En piragua para los más aventureros, con barcas a motor o en embarcaciones que emulan los tradicionales «llaguts» que municipios como Tortosa, Ascó o Benifallet han adaptado para ofrecer estos paseos fluviales.
Disfrutar de la biodiversidad y practicar ‘birdwatching’
El Delta del Ebro ostenta ser un referente ornitológico internacional del sur del Mediterráneo, y es que en sus lares se pueden observar todo tipo de pájaros descansado en las lagunas o sobrevolando los arrozales y el mar.
Conocida inglés como ‘birdwatching’, la observación de aves se ha ganado su territorio en las Terres de l’Ebre, que ofrecen, una vez más, gran diversidad de fauna y flora dividida entre el río, los espacios naturales protegidos de montaña o los paisajes llanos rodeados de campos y fango.
En los últimos tiempos, esta afición cada vez más practicada a llevado a los ayuntamientos a ubicar miradores de madera por todo el Delta del Ebro, que sumados a los que ya había en muchas de las lagunas, conforman un itinerario a seguir por aquellos amantes de las aves y la observación y fotografía de estos en su hábitat natural.
Es tal la afición del ‘birdwatching’ que ya hace algunos años que se celebra el Delta Birding Festival, que incluye un centenar de actividades y que congrega a más de 2.000 personas que acuden al Delta para escuchar a ponentes expertos de toda Europa. El evento, que se ha aplazado al 2021, se celebra en MónNatura, un centro en las antiguas salinas de La Tancada con diferentes espacios visitables y una propuesta de actividades que permiten conocer de cerca el valor de las lagunas.