El último cuarto condenó a un Salou que terminó perdiendo, en la prórroga, un choque que llegó a ganar por dieciocho puntos y que dominó durante gran parte. Una derrota dolorosa que rompe la racha de cinco triunfos seguidos, pero que mostró que este Salou puede jugar muy bien al baloncesto a pesar del resultado.
Cuando estás en estado de gracia, el juego fluye más fácilmente. Que se lo digan a los de Jesús Muñiz, que empezaron el partido con un parcial de 9-0 que obligó a Pablo Melo a detener el juego para intentar contener la sangría.
No solo en ataque destacó el conjunto de Jesús Muñiz, con un gran Víctor Aguilar en el timón, sino que la defensa de los azules secó a los canarios a lo largo de los primeros minutos de partido (11-3). Poco a poco, el conjunto visitante fue recortando la diferencia cosechada por el Salou. Un triple de Jakub Urbaniak puso a los de Pablo Melo cinco abajo (15-10).
La agresividad que le había faltado en el inicio al Gran Canaria la consiguió en la segunda fase del primer cuarto, y a los salouenses les costó más anotar, tan es así que, con un parcial de 0-11, los visitantes se pusieron por delante (17-18).
El Salou perdió claridad. Un ritmo acelerado provocó imprecisiones que los canarios aprovecharon para subirse a las barbas de los azules, pero la paciencia local, sumada a un Víctor Aguilar director y ejecutor, volvió a aupar a los de Jesús Muñiz (23-20).
El base canario se alió con Oliver Bieshaar para dejar un alley-oop que fue directamente a los highlights. Ambos fueron los directores de orquesta del último tramo del segundo asalto, y permitieron al Salou dar un puñetazo encima de la mesa para irse al descanso quince arriba (40-25) y dominando de nuevo tras unos minutos de incertidumbre. Puñetazo culminado por Iker Montero, que metió una bombita sobre la bocina en una jugada que escenificó el gran momento que vive el conjunto salouense.
El Gran Canaria no quería que en la reanudación pasara lo mismo que en el inicio del partido. Un triple de Luka Paunov (40-28) abrió la lata y advirtió a un Salou plenamente consciente de la importancia de definir el dominio en los terceros cuartos para que las cosas no se tuerzan.
Y así fue, los locales no bajaron el pie del acelerador y siguieron dominando el juego gracias tanto a las grandes versiones individuales como a la colectiva, que divertía al Salou y a Salou. Los jugadores azules disfrutaron en el tercer período, hilando grandes jugadas que ampliaron la diferencia (55-37).
Todo le iba de cara a los locales: Bieshaar y Wally Niang siguieron a lo suyo, dueños de la pintura, mientras que los exteriores continuaron insistentes en defensa y fluidos en ataque, más aún conforme pasaban los minutos porque el Gran Canaria veía que sus opciones iban reduciéndose con el ocaso del partido.
No se rindieron, aun así, los de Pablo Melo y encadenaron un muy buen parcial para acercarse en el marcador (58-50). Las dudas que no habían surgido en el tercer asalto lo hicieron en el último para el Salou: los mates que antes entraban eran taponados y los canarios iban poco a poco recuperando terreno (58-55).
Se invirtieron los papeles: el Gran Canaria veía fructificar sus jugadas en ataque y defensa y el Salou era al que más le costaba. El momento más sensible llegó cuando los visitantes se pusieron por delante en el luminoso (60-62), pero ahí estaba Isaac Mayo para, con un triple, levantar la moral de los suyos (63-62).
Volvió a empatarlo Fabio Santana, que heló el pabellón salouense (68-68). Sin embargo, apareció Mayo, quién si no, para impulsar al Salou (72-68) en un intercambio de golpes que aprovechó Santana para empatar de nuevo (72-72). El partido llegó así a la última posesión y ni Aguilar ni Mayo consiguieron anotar.
En la prórroga, el Gran Canaria estuvo más fino y consumó una remontada prodigiosa que dejó al Salou, que había sido superior durante casi todos los tramos del partido, muy tocado finalmente.