Ricardo Vaz, el agitador del Reus Deportiu

El enganche portugués es el recurso preferido de Natxo González para la rotación. Ha participado en las ocho fechas, aunque en siete de ellas desde el banco y como revulsivo

19 mayo 2017 17:47 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:27
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Ricardo Vaz (Cascais, 1994) es un derroche de energía incontenible. Uno de esos  tipos de reacciones volcánicas, de instantes delirantes. Su fútbol viaja en el vértigo, detesta la pausa. Cada vez que Natxo le elige emerge un aire nuevo, capaz de romper con lo establecido. El luso ofrece la actitud de un revolucionario. 
Enganche valiente, con capacidad para el desequilibrio y una dosis de buenos fundamentos técnicos, no se permite respiro. A veces su excesivo afán le traiciona. Le da igual si son 15 o 45 minutos. Quiere demostrar siempre y eso no evita, en ocasiones,  el precipicio de la desmesura. Va con el pack. Sus impulsos contagian, generan adrenalina pura, pero a veces precisa cierta calma. En el fútbol, como en la vida, conviene esperar. 
Ricardo exhibe piel atacante, adora el pulso sin descanso. Va y va como un miura hambriento. De ahí que Natxo, su jefe, valore sus prestaciones. Hasta el momento, en la nueva aventura, le ha convertido en un agitador de problemas. Siempre como revulsivo desde la rotación. Vaz ha participado en las ocho fechas del campeonato, siete de ellas desde el banco y una como integrante privilegiado del once. Ha anotado un gol, sirvió para igualar fuerzas ante el Numancia. 
La ansiedad
Ante la escasez de tiempo, los futbolistas que aparecen como especialistas del cambio de dinámicas pueden perderse en la ansiedad. La frialdad del banco obliga a conectarse en el partido con rapidez supersónica, sin espacio para el respiro. El portugués se ha adaptado con cierta normalidad a esta circunstancia. La ha convertido en oficio. No se le caen los anillos. Sólo completó el partido entero de minutaje ante el Cádiz, en aquel triunfo con gol de su socio Fran Carbia. 
Natxo no sólo valora el plan de los iniciales. Para el entrenador de Vitoria la estrategia de cada domingo resulta primordial. En su diseño, la rotación, los futbolistas que impregnan un nuevo vuelo necesitan ofrecer rendimiento inmediato. En Ricardo puede haber encontrado un exponente claro en el asalto final del resultado.
Cornellà le marcó
Vaz firmó por el Reus en enero de 2015, procedente del Estoril, de la Primera División lusa, aunque de él se recuerda y se venera el gol determinante que culminó en Cornellà un 15 de mayo de 2016. El tiempo nos transporta a la última fecha del campeonato de Segunda B. Aquel mordisco del portugués, cuando amenazaba un empate estéril, propició el campeonato regular y un revolcón a la historia. En esa acción se gestó un ascenso que culminó 15 días después ante el Racing de Santander.
En todo caso, Ricardo Vaz no    contempla el conformismo en su diccionario. Aspira a más, a transformar su disfraz  de manitas a tiempo parcial en el de general del ejército. 
Ricardo Vaz (Cascais, 1994) es un derroche de energía incontenible. Uno de esos  tipos de reacciones volcánicas, de instantes delirantes. Su fútbol viaja en el vértigo, detesta la pausa. Cada vez que Natxo le elige emerge un aire nuevo, capaz de romper con lo establecido. El luso ofrece la actitud de un revolucionario. 

Enganche valiente, con capacidad para el desequilibrio y una dosis de buenos fundamentos técnicos, no se permite respiro. A veces su excesivo afán le traiciona. Le da igual si son 15 o 45 minutos. Quiere demostrar siempre y eso no evita, en ocasiones,  el precipicio de la desmesura. Va con el pack. Sus impulsos contagian, generan adrenalina pura, pero a veces precisa cierta calma. En el fútbol, como en la vida, conviene esperar. 

Ricardo exhibe piel atacante, adora el pulso sin descanso. Va y va como un miura hambriento. De ahí que Natxo, su jefe, valore sus prestaciones. Hasta el momento, en la nueva aventura, le ha convertido en un agitador de problemas. Siempre como revulsivo desde la rotación. Vaz ha participado en las ocho fechas del campeonato, siete de ellas desde el banco y una como integrante privilegiado del once. Ha anotado un gol, sirvió para igualar fuerzas ante el Numancia. 

La ansiedad

Ante la escasez de tiempo, los futbolistas que aparecen como especialistas del cambio de dinámicas pueden perderse en la ansiedad. La frialdad del banco obliga a conectarse en el partido con rapidez supersónica, sin espacio para el respiro. El portugués se ha adaptado con cierta normalidad a esta circunstancia. La ha convertido en oficio. No se le caen los anillos. Sólo completó el partido entero de minutaje ante el Cádiz, en aquel triunfo con gol de su socio Fran Carbia. 

Natxo no sólo valora el plan de los iniciales. Para el entrenador de Vitoria la estrategia de cada domingo resulta primordial. En su diseño, la rotación, los futbolistas que impregnan un nuevo vuelo necesitan ofrecer rendimiento inmediato. En Ricardo puede haber encontrado un exponente claro en el asalto final del resultado.

Cornellà le marcó

Vaz firmó por el Reus en enero de 2015, procedente del Estoril, de la Primera División lusa, aunque de él se recuerda y se venera el gol determinante que culminó en Cornellà un 15 de mayo de 2016. El tiempo nos transporta a la última fecha del campeonato de Segunda B. Aquel mordisco del portugués, cuando amenazaba un empate estéril, propició el campeonato regular y un revolcón a la historia. En esa acción se gestó un ascenso que culminó 15 días después ante el Racing de Santander.

En todo caso, Ricardo Vaz no    contempla el conformismo en su diccionario. Aspira a más, a transformar su disfraz  de manitas a tiempo parcial en el de general del ejército. 

 

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