Un 30 de mayo de 2016, el Estadi levitó de orgullo. Su equipo de fútbol ofrecía escape a los problemas cotidianos, transmitía una alegría pionera en el lugar. Aquel día, ante el histórico Racing de Santander, el Reus situó su nombre en el mapa de las estrellas y alcanzó lo nunca visto. El ascenso a Segunda División se vivió con un entusiasmo sin precedentes en las entrañas de una ciudad acusada de poca cultura futbolística. El equipo llamó la atención con un curso ejemplar, de números asombrosos y hábitos profesionales agradables. Se abrió un nuevo escenario. Un sueño que se inauguró hace apenas siete días.
En Mallorca se agrandó el tránsito triunfal con una victoria idílica, de esas que refuerzan la autoestima de cualquier tibio de vocación. Con una pequeña obra de arte de Alberto Benito en el suspiro final, cuando las apuestas firmaban una igualada sin goles. Todo parecía escrito con pluma novelística, aunque sólo se trata del inicio de una historia apasionante. Sólo un partido. El desafío continúa un sábado 27 de agosto, con el calor incendiando rostros y la ilusión intacta. El Mirandés se viste de primer invitado en el Estadi. Un club ejemplar, que marca un camino que cualquiera de los modestos de este deporte firmaría en personificar. Acumula cinco años en la plata, con menos recursos que muchos, pero con una filosofía, casi de vida, innegociable.
Carlos Terrazas se presenta en Reus con ese dibujo poco habitual de tres defensores y aglomeración en la sala de máquinas. Esa apuesta ofensiva ya resultó a medias en el primer día de clase. Rascó un puntito el Mirandés en Anduva, esa cancha con aroma de vino añejo, un lugar homenaje al fútbol de antaño. Allí acudió el poderoso Getafe para igualar a uno. La ternura en la que se encuentra el campeonato no invita a sacar demasiados análisis. Y menos definitivos.
Estrenos varios
El Reus, mientras, se reencontrará con su gentío, que promete una entrada muy interesante, y un césped recién plantado. Anda mejor de lo imaginado, «no habrá demasiados problemas», admitió Natxo en la previa. Apareció el míster con ese semblante inalterable que casi nunca abandona. No es amante de hablar demasiado, aunque soltó palabras de elogio hacia el rival. «Es un ejemplo por su trayectoria. Mantienen un equipo que acumula mucha gente de medio campo hacia adelante, con jugadores de banda desequilibrantes».
Sobre los suyos, los que él puede controlar, no atisba demasiado alboroto. «Cuando vienes de una victoria siempre es más agradable la semana». Añadió además que «la clave es estar bien tácticamente, porque nuestro rol ha cambiado esta temporada y no podemos pensar que tendremos el balón el 80 por ciento de los partidos». Se ausentan por lesión Vítor, Haro y Máyor. Castigado anda Migue. No importa. El sueño continúa.