«¡Paso!, ¡paso!» va gritando enérgico Dani Jiménez, mientras corre, al resto de los atletas participantes. «Rotonda, vamos girando poco a poco», vocea al cabo de un rato. «Badén en 3-2-1», pregona unos metros después. La escena se produce en las calles de Málaga, en el tramo inicial del maratón. La concentración es máxima en el atleta tarraconense, popularísimo entre los amateurs por su condición de pacer (la persona que marca un determinado ritmo de carrera) y que hoy debe clavar las 3 horas y 45 minutos para quienes le siguen. Pero estos 42,195 kilómetros son esta vez aún más exigentes para él, que ejerce además como guía de un maratoniano ciego, Jordi Bascuñana, de 47 años y natural de Terrassa.
Es la primera vez que Dani Jiménez actúa como lazarillo y la responsabilidad se multiplica. Corren en paralelo y les une una pequeña goma elástica, en forma de ocho, que cada uno lleva enfundada en una mano.
«Guiando a un atleta ciego debes estar pendiente de absolutamente todo porque los riesgos son máximos. Y aún así, siempre hay incidentes», explica sobre su experiencia Dani, quien considera que los instantes más ‘delicados’ en Málaga fueron la salida y los ocho primeros kilómetros.
«La gente corre muy apelotonada, y Jordi iba pisando algunos talones porque algunos atletas no van al ritmo que tocaría. Él corría además con un brazo protegiéndose la cara para evitar encontronazos, pero aún así tuve que irme hacia la derecha para encontrar un carril más tranquilo», recuerda. Y añade que lo peor «fue cuando los participantes del medio maratón giraron para bifurcarse» y el momento en el que «una atleta se cruzó por delante de Jordi sin mirar; chocamos y ella se fue al suelo, por suerte, sin que se lesionara».
El atleta tarraconense, de 33 años y que disputaba su 137ª maratón (en su día fue el atleta español más joven en alcanzar las 100), pone en muchísimo valor la circunstancia que un atleta ciego como Bascuñana tome parte en un maratón. «Tiene una confianza en sí mismo increíble, porque en ningún momento sabía la distancia que llevábamos recorrida ni el ritmo al que corríamos. Y tampoco quería saberlo ni que se lo dijera. Está preparado física y mentalmente para correr hasta meta. Realmente es una auténtica virtud que tiene», explica sobre su compañero de carrera.
De ahí que su preocupación fuese altísima en Málaga. «Yo estaba muy pendiente de todos esos factores externos a Jordi, pero al mismo tiempo estaba muy nervioso por mí mismo, para que no me sucediera nada como por ejemplo un golpe de calor, tuviera problemas intestinales o alguna lesión, porque entonces le hubiera dejado colgado yo a él», reconoce. Por suerte pudo cumplir con su objetivo, que era guiarle hasta el km 22, el punto en el que se añadió a ellos Marga, la mujer de Jordi, y Dani ya pudo centrarse plenamente en sus funciones de pacer. Una vez cruzada la meta (Dani acabó en 3.44.28h y Jordi en 3.45.02h.) surgieron las emociones. «Lloré, por Jordi y por mí, aunque tengo claro que son más meritorios 10 metros a ciegas de Jordi que mis 137 maratones», sentencia el tarraconense, cuya próxima maratón será en el circuito de Motorland Aragón, a finales de mes. Jiménez las corre desde 2015 y lleva una media de 27 los dos últimos años. Le ayudan en algunas inscripciones Autoescola Reus y el Club de Tennis H20 Salou.