Kyle Walker contra Kylian Mbappé. Hugo Lloris ante Harry Kane. Jude Bellingham frente Antoine Griezmann. O Napoleón combatiendo a Wellinton, la historia siempre encuentra terrenos de fricción entre Francia e Inglaterra, separados por el Canal de la Mancha pero por mil otras razones. El fútbol es una más, aunque en Mundiales solo será el tercer duelo, tras las victorias inglesas en 1966 (2-0) y 1982 (3-1). Esta vez, el campo de batalla será el estadio Al Bayt, de Al Khor, el segundo más grande de los del Mundial de Qatar y el premio las segundas semifinales consecutivas para dos naciones que viven un momento brillante.
De entre todos ellos emerge un nombre propio, Mbappé, sin duda el personaje clave de lo que va de Mundial, un vendaval que se está llevando por delante todo lo que encuentra a su paso, tirando del carro de Francia hacia su segundo Mundial consecutivo.
Autor de cinco goles y dos asistencias, el jugador del PSG ha dejado ya su impronta en Catar. Walker es el antídoto para unos, el sistema lo es para otros, pero todo gira sobre la misma obsesión en la cabeza de Gareth Southgate, que baraja incluso cambiar el esquema táctico para asfixiar al francés.