«Es penoso lo que está sucediendo en el Everest». Son las primeras palabras que pronuncia el tarraconense Òscar Cadiach cuando se le pregunta por las noticias que llegan desde la montaña más alta del planeta. 10 muertes en los últimos días, después de que este sábado se hayan producido otras dos, han puesto a ojos del mundo la tragedia que se vive en la cima del Himalaya fruto de la masificación de expediciones comerciales y el atasco ‘mortal’ que se produce en el estrecho paso situado junto a la cumbre.
El miércoles 200 personas pisaron la cumbre, una cifra sin precedentes en la historia, aprovechando una de las pocas ventanas de buen tiempo concedidas por el Everest. Todos ellos llevaban varias horas de espera para poder alcanzarla a causa de ese embotellamiento, que desencadenó dos accidentes mortales.
La mayoría eran aficionados a la montaña y a la vez inexpertos alpinistas que pagan hasta 11.000 dólares por llegar hasta la cima, conectados a una botella de oxígeno adicional y acompañados por junto a un guía que les ayuda a subir por la cara sur, sin duda la ruta más directa y asequible ya que está totalmente equipada con cuerdas fijas.
Las ascensiones suponen todo un negocio para las empresas que organizan las expediciones y también para el gobierno de Nepal, que llega a ingresar cuatro millones por temporada con la concesión de permisos de escalada sin preservar ni la montaña ni la seguridad de quienes la suben, que acostumbran a estrenarse además en un ochomil.
Cadiach: "Los alpinistas nunca hemos conocido el Everest así de masificado"«El pastel a repartir es muy grande para todos los implicados y por eso este fenómeno social se repite cada primavera», prosigue Cadiach, que cuenta con dos ascensiones al Everest (por la arista noreste en 1985 -primer occidental en escalarla- y por la sur, en 1993).
«Este año se han concedido 380 permisos. Cada uno supone de una a 20 personas, de ahí esa masificación. Los alpinistas nunca hemos conocido el Everest así de masificado, aunque también nos sentimos responsables de lo que está sucediendo».
Como voz autorizada en el himalayismo -es uno de los pocos montañeros que ha completado los 14 ochomiles sin la ayuda de oxígeno adicional tras escalar el Broad Peak en 2017- Cadiach tiene claro que para evitar la tragedia de los últimas días «deberían estudiarse fórmulas como limitar, prohibir o cerrar el acceso», también pensando en «el medio ambiente y el cambio climático, porque se están contaminando los glaciares del Himalaya y en consecuencia los ríos», sentencia Cadiach.
Igualmente considera que también los medios de comunicación son responsables: «Muchas veces destacan ‘el récord’ de más personas en la cumbre del Everest, a pesar de que suben por la vía ferrata más larga del mundo; hablan de accidentes, de muertos.. cuando sólo un 5% de los que suben son alpinistas verdaderos que escalan sin oxígeno. El otro 95% es gente poderosa que sube al precio que sea necesario para poder poner en su tarjeta de presentación Everest Summiter».
Sebastián Álvaro: "el porcentaje de muertos se mantendrá si no se toman medidas"Al igual que Cadiach el montañero madrileño Sebastián Álvaro, director durante 27 años del programa de TVE «Al filo de lo imposible», también critica lo que está sucediendo. En declaraciones a la agencia Efe, manifesta que « las fotos de la colas para llegar a la cima del Everest son deleznables. La primera reflexión tras conocer las muertes de las últimas horas es que todo eso no tiene nada que ver con el alpinismo y que el porcentaje de muertos se mantendrá si no se toman medidas».
Álvaro explica que las expediciones comerciales «te garantizan llegar a la cumbre si pagas, pero no exigen aptitudes, por lo tanto te llevan a situaciones peligrosas como las que se acaban de vivir».
Álvaro recuerda la basura que se acumula en el Everest en los campamentos de aproximación a 6.000 metros, 7.000 y en el Collado sur a 8.000. «Hay miles de botellas tiradas con plásticos que nunca se recogerán. Hay que tomar medidas. El Gobierno de Nepal mira a otro lado, dicen que van a imponer un reglamento pero nunca hacen nada y siempre lo denunciamos. La situación se agrava».