Jordi Garcia: «Cada día me enamoro de mis jugadores»

El entrenador del Reus Deportiu se sincera con el ‘Diari’ tras devolver al Reus al trono en una gesta en la que él ha sido clave desde lo emocional y lo táctico

12 marzo 2025 17:46 | Actualizado a 13 marzo 2025 07:00
Se lee en 6 minutos
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
0
Comparte en:

A Jordi Garcia (Reus, 1973) se le ilumina la mirada cada vez que habla del vestuario que ha roto la sequía de 19 años sin ganar una Copa del Rey. El Reus Deportiu han firmado una gesta en Calafell para ganar la octava, una competición a la que llegaron con muchos problemas físicos, pero con el corazón lleno de fe. Tras tres batallas ante Calafell, Liceo y Lleida alzaron el trofeo con Martí Casas como gran protagonista. De él, de sus compañeros, de sus malos momentos y del futuro habla el técnico rojinegro con un Diari al que se muestra a corazón abierto. Una charla en la que Jordi Garcia deja claro que nadie le puede explicar lo que es el sentimiento por el Reus porque pocas personas pueden reflejarlo y explicarlo como él hace.

¿Cómo se encuentra tras ser campeón de la Copa del Rey?

Muy cansado. La verdad es que han sido tres días muy intensos. Cuando la ganamos la otra vez (en 2006), yo como jugador, fue una alegría tremenda durante muchos días y hasta no te dabas cuenta. Esta vez, quizás también por la edad, la estoy viviendo con mucha más tranquilidad y mucha más perspectiva. Estoy viendo cómo disfrutan los jugadores y me hace una ilusión diferente, más pausada, pero a la vez quizás más interna.

Martí Casas nos decía ayer que quien dijese que esperaba que el Reus ganaría la Copa, mentía.

Es que tuvimos una derrota dura antes de jugarla, contra el Noia. Además, probablemente fue el peor partido del año por la actitud, por la manera de jugarlo y por la manera de afrontarlo. Teníamos dos días de fiesta, viernes y sábado, y cuando se acabó el partido hablé con el cuerpo técnico y le di una vuelta a la situación con Robert, el nutricionista. Decidimos darles tres días de fiesta, es decir, después de una derrota tan dura, tres días de descanso en vez de dos. También para que yo pudiera recapacitar, calmarme y tomar decisiones.

¿Por qué les da un día más de fiesta? Lo habitual hubiese sido lo contrario, uno menos.

Porque tengo mucha complicidad con los jugadores, con los capitanes y con conocer cuál es su situación personal y real en ese momento. Es decir, no los puedo castigar. Aunque perdieran y no hicieran su mejor partido, no los puedo castigar porque ellos no dejaron de competir por una cuestión de excederse, sino por una cuestión de cansancio, de fatiga, de querer evitar al Benfica y no conseguirlo, y frustrarse. Entonces, yo no estaba enfadado con ellos. Quizás estábamos enfadados todos con la situación y, para poder reflexionar bien sobre cómo solucionarla, necesitaba un poco más de tranquilidad y perspectiva, y, sobre todo, también un poco de descanso.

¿Qué pasa a la vuelta a los entrenamientos?

Normalmente, las sesiones de vídeo me duran 45 minutos entre la charla y el análisis, pero estuvimos dos horas de vídeo por la mañana. Participaron todos los jugadores y les dije: «No sé si el vídeo que estoy haciendo ahora es bueno o malo a cinco días de jugar la Copa, pero tengo la sensación de que lo tenemos que hacer, de que nos tenemos que decir todo lo que nos tengamos que decir. A partir de aquí, analizamos entre todos cuál es la situación y cómo vamos a la Copa». Entonces salió una frase mía que realmente explico cada año: yo, cada año, me pongo las gafas del amor. Me compro unas gafas del amor y me enamoro de mis jugadores. Y les dije: «Me parece que este año, en el momento en que estamos, os tengo que dejar las gafas a vosotros. Todos os tenéis que poner las gafas del amor y enamoraros del que tenéis al lado, del entrenador, del cuerpo técnico. Volved a enamoraros porque, si estamos enamorados y amamos lo que tenemos al lado, tendremos nuestras opciones, yendo con lo que podemos ir».

Y así se hizo.

Sí, desde la humildad, y sobre todo desde el compromiso. Desde ponernos al servicio del compañero, al servicio del equipo y de estar enamorados del compañero. Gracias a ello hemos podido ganar esta Copa.

Es una Copa de presente, de futuro y de mucho ADN Reus.

Sí. Cuando subes al Ayuntamiento, cuando vas a Misericòrdia, cuando vas a la Plaça Prim y ves a los niños de 7, 8, 9, 12, 13 años con la camiseta del Reus, cuyos ídolos son sus entrenadores, su vecino, su tío, su primo o su amigo de la escalera... y ven que ellos lo han conseguido, esto multiplica el futuro del club de una manera exponencial. Es muy bonito.

¿Tiene usted una plantilla para jugar cada tres días?

No, sinceramente, no. Hemos tirado de corazón. Vamos al Palau Blaugrana y pierdo tres jugadores en un partido. Tres jugadores. El equipo está destrozado. Càndid se nos pliega en el vestuario después del partido, blanco. Martí se revienta el hombro, Maxi no nota el dedo del pie, lo tiene reventado, llevaba cuatro días jugando pinchado. Joan, con el hombro tocado. Marc Julià jugando 50 minutos. Guille, cuatro días después, se rompe el aductor. Y es por el esfuerzo. Han tirado de corazón, de compromiso, de huevos...

...corazón, huevos, pero también táctica. Martí Casas nos decía que han sido fieles a su sistema de juego y se han sentido arropados por él en todos los momentos.

Antes de la final, que he perdido muchas, ya les dije: «Mirad, hemos llegado aquí por esto, por esto y por esto. La A, la B, la C. Competir y cabeza». Llevábamos 10 minutos de final y el Lleida estaba haciendo la A, la B y la C, y nosotros aún no estábamos. Tiempo muerto: la A, la B y la D. El equipo vuelve a entrar. ¿Por qué? No porque yo sea la hostia en vinagre, sino porque llevamos seis meses haciendo las cosas bien y sabiendo qué se tiene que hacer. Pero, por mucho que yo lo explique, la gran diferencia entre un entrenador y otro es que el equipo crea en lo que le dice. Si el entrenador no tiene la capacidad de preguntar: «¿Cómo lo veis? ¿Os sentís cómodos? ¿Lo hacemos así?», no funciona.

A nivel mental, cuando eliminan al Barça, ¿esto es una inyección de moral para pensar en ganar la Copa?

Yo lo viví al revés. Si no está el Barça, la tienes que ganar. Y nosotros teníamos un partido muy difícil al día siguiente contra el anfitrión. Aún teníamos más presión de ganar al Calafell. Para nosotros, ese partido fue el más duro, mentalmente el peor de todos.

¿Y por qué fue el peor partido ante el Calafell?

Por la presión. Hacía poco que habíamos ido allí y nos habían ganado 3-0. Cuando en el sorteo de la Copa nos toca el Calafell, su gente salta y se alegra. Creen que es el partido que ganarán seguro, porque juegan en casa, porque tienen el 60, el 70, el 80% de los aficionados, y nosotros solo un 20%

Ganan y les espera el Liceo en la semifinal. Otro partido de pura exigencia.

Todos sabíamos que la semifinal contra el Liceo sería una guerra. Hacemos una primera parte espectacular, pero en la segunda, en los primeros cinco minutos, somos incapaces de salir del área y nos hacen un gol. A partir de ahí respiramos y, en los últimos 10 minutos, creo que jugamos muy bien. Pero acaba siendo una batalla tremenda.

¿Cómo viven el pase a la final?

Acaba el partido contra el Liceo, llego al vestuario y está todo el mundo en silencio. Me los miro, les doy la mano y les digo: «Ey, hemos ganado, ¿eh?». Entonces tienen un momento de euforia, pero enseguida les digo: «Si mañana venimos aquí a hacer algo que no hemos hecho ni ayer ni hoy, perderemos. Solo quiero que penséis en eso esta noche. Si mañana venimos a jugar la final creyendo que vamos a ganarla por cojones, porque somos los mejores, porque somos favoritos, perderemos. Hay que hacer lo mismo que hemos hecho hoy. Un partido más, con nuestro plan, nuestra actitud, nuestra humildad, respetando al Lleida, siendo conscientes de su potencial. Si la perdemos, la perdemos, pero la habremos perdido jugando como somos».

Vaya final. Costó mucho ganarla porque el Lleida jugó como los ángeles.

El Lleida jugó esa final mucho mejor que nosotros. El Lleida jugó el mejor partido de todos y fue mejor que nosotros en muchos aspectos, menos en uno: nosotros supimos competir mejor que ellos y tuvimos a Martí y a Càndid en un momento tremendo, y un Marc Julià jugando 50 minutos, y un Joan Salvat jugando con el hombro que no podía ni chutar. Ya era todo corazón.

Hablemos de Martí Casas. Una actuación de leyenda.

Martí necesita feeling. Martí es corazón. Martí necesita subirse por las gradas. Martí necesita un abrazo. Martí necesita que le digan que es el puto amo. Martí necesita sentirse amado, sentirse feliz, que la mujer pueda ir a hacer el café con las amigas, que la niña esté contenta en el cole, que pueda ir caminando... El año pasado esto no lo tenía. Tenía presión, tenía nervios, tenía responsabilidad... Ahora ya no tiene eso, entonces es imparable.

Siempre dice que usted le ha llevado al siguiente nivel. Que le ha hecho un jugador mucho más completo.

Es muchísimo más completo que antes. Por su compromiso defensivo, pero sobre todo para mí la mejor virtud del Martí son las segundas opciones. Martí es el mejor jugador de segundas opciones. La pelota va al palo, la pelota rebota, Martí la mete dentro. En las rondas de penaltis y de faltas directas, la gente coge, chuta el penalti, la para el portero, se gira y se va. Martí chuta la directa, la para el portero y la mete dentro. Es su forma de ser. Él la mete dentro y esto lo tiene el día a día.

¿Teme que vengan a por él? Habla de él como uno de sus jugadores fetiche.

Puede venir al Barça y darle cuatro veces más y entonces marchar, sí. Pero si le viene un Oliveirense y le da dos veces más, no marchará. Él quiere estabilidad. El Reus le tiene que dar un buen salario y le ha de hacer un buen contrato.

También pueden venir a por otros jugadores. Los jóvenes como Jansà apuntan a estar muy cotizados...

Sí, es cierto, pero son aún chiquillos. No están preparados para jugar la liga portuguesa y ganar la liga portuguesa. ¿Me explico o no? Es decir, esto necesita un proceso. Yo creo que estos equipos lo que podrían hacer es ficharlos y dejarlos aquí o cederlos, pero si estos jugadores son suficientemente inteligentes, tendrán paciencia.

¿Y si vienen a por usted?

Ya veremos. Ahora hemos de celebrar la copa, ¿no?

¿Pero está desgastado? Ya son ocho años en un club de la exigencia del Reus.

Estaba muy desgastado el año pasado porque no sabía hacia dónde íbamos. Es decir, yo me siento cómodo con este proyecto. A mí me hace ilusión este proyecto. Lo mío por el Reus nunca ha sido una connotación económica, al contrario. En la OK Liga hay muchos entrenadores que ganan mucho más dinero que yo. No es una cuestión económica, es una cuestión de sentirme a gusto, pero también es verdad que son 8 años y entonces tenemos que encontrar a ver hacia dónde vamos.

Entonces... ¿renovará?

Estamos en ello. Dijimos que cuando acabase la Copa nos sentaríamos y hablaríamos. Con esta situación sí que me gustaría seguir porque estoy contento.

¿El año pasado estuvo cerca de dejar el Reus?

Mi mujer llorando me pidió que lo dejase. También mi madre, mi hermana, mi hijo... Mi hijo llegaba al vestuario con los jugadores de su equipo, que es normal, porque son críos, y le decían que a su padre lo iban a echar si no ganaba ese fin de semana. Fue muy duro el año pasado. Mi madre lloraba cada vez que hablábamos, yo lo estaba pasando muy mal. De hecho, no tengo redes sociales. Me las quité todas porque me estaban destrozando.

¿Y por qué no les hizo caso y resistió?

Porque mi pensamiento es romántico, yo no quería que mi hijo viera que dimitía. Yo no podía dimitir. Yo tenía que aguantar y tenía que tirar adelante el proyecto y solucionarlo. Yo tampoco quería darle la razón a los que querían que eso pasara.

¿Y ahora qué? Están en cuartos de Champions ante el Benfica y los playoff de la OK Liga apuntan a estar más abiertos que nunca.

Pienso que la Champions está muy complicada porque nos enfrentamos al mejor equipo, pero pienso que en Reus seremos muy competitivos, pero el partido en Lisboa se hará largo. En la liga, nos vienen tres partidos muy duros ahora; son claves para acabar entre los cuatro primeros y luego viene un tramo final ante rivales directos. Ahora tendríamos que intentar conseguir esos nueve puntos para luego tener un poco de margen. Espero un final de liga muy parecido al de la Copa, será bonito.

Por último, le preocupa el dicho que dice: «El halago debilita»?

Lo tengo presente siempre. Es lo primero que me escribió Manolo Barceló tras la final y es lo primero que les diré esta tarde a mis jugadores.

Comentarios
Multimedia Diari