El Nàstic encaja una derrota vergonzosa y cesa a Iñaki Alonso (Nàstic 0-4 Eldense)

El cuadro grana completa un partido lamentable ante un líder que lo descosió por todos lados. La directiva fulmina al míster en los vestuarios

26 febrero 2023 13:48 | Actualizado a 26 febrero 2023 17:01
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La etapa de Iñaki Alonso en Tarragona pasará a la historia por ser una de las más breves. El técnico vasco quedó sentenciado tras la derrota ante el Eldense en el Nou Estadi (0-4). Un partido indigno para el Nàstic, como los últimos que venía encadenando el equipo grana. Hacía tiempo que no se veía tal desorganización, en el enorme caos en el que está convertido el conjunto tarraconense. No es una cuestión de ideas o de tácticas. La magnitud del desastre es aún mayor para reducirlo solo a conceptos futbolísticos. Que también. Es de actitud, de ganas, de convivencia. Un desorden tan grande que o se remedia de manera inmediata o, como advirtió Joan Oriol, el drama de la temporada puede ser mucho peor que quedarse sin play-off.

El equipo fue una burla al aficionado. Nadie hizo su labor. Las ganas se evaporaron con el primer gol visitante. Luego solo quedó grupo desmadejado, superado, vencido, frustrado y despedido en un estadio vacío que solo le quedó aplaudir los dos últimos goles del Eldense.

En su constante búsqueda de una fiabilidad perdida, desde quién sabe cuándo, Iñaki Alonso se propuso una nueva revolución. Esta vez, manteniendo el sistema (4-4-2). La sacudida afectó a todas las líneas. Seis cambios (Trilles, Manu, Nil, Montes, Pedro y Marc Fernández) que tuvieron un efecto espumoso. Aguantó los primeros minutos. El tiempo que provoca la novedad. El Nàstic apretó y gobernó el partido. Sin resultar un avasallamiento, sí que dio la impresión de que al menos ganas no iban a faltar. Pudo dar para adelantarse en el marcador. De hecho, los granas tuvieron que ponerse por delante si no fuera por el error imperdonable de Guillermo Fernández. El delantero no tiene toda la responsabilidad de su sequía goleadora. Han habido partidos que apenas le han llegado balones. Pero lo que falló ante el Eldense a los siete minutos de partido no puede permitírselo. Remató dos veces en el área chica. La primera la sacó el arquero, pero la segunda, con el meta caído y a centímetros de la línea de gol, hizo lo más difícil, tirarla fuera. Hasta ahí aguantó el tipo el equipo. Diez minutos antes de desmembrarse. De fundirse a negro.

El Eldense podía imaginarse que se iba a encontrar a un rival tocado, no que estuviera totalmente roto. El líder se puso a tocar. A jugar a su antojo y desplegar sus recursos. Solo le faltó encontrarse con una situación intolerable para ponerse por delante en el marcador.

Pablo Fernández se tiró al césped lesionado. No podía seguir. Aarón Rey fue el elegido para relevar al delantero. El gallego dio dos carreras de calentamiento antes de meterse en el banquillo para prepararse. No tuvo suficiente con el tiempo que Pablo requirió de atención médica. Ni con el que tardó el propio atacante para abandonar el terreno de juego, cojo. El juego se reanudó sin hacer el cambio y el Eldense aprovechó la superioridad numérica para anotar el 0-1. Nieto cabeceó un centro en la esquina del área pequeña para colar el esférico por el palo corto. Entre la madera y el guante de Manu G. Tras la celebración visitante, entró Aarón Rey al campo.

Con el 0-1 todo fue a peor. Un reflejo de lo que ha sido la etapa de Iñaki Alonso. El Nàstic era un equipo roto. Vacío. Sin rumbo. Perdido en una desorganización general en la que ningún jugador sabía qué pasos dar. La defensa se veía superada en cada duelo. Se llegaba tarde a todos los sitios y en todos los espacios del campo los jugadores del Eldense siempre estaban mejor colocados.

Mientras el club alicantino convertía el Nou Estadi en una pista de baile, las gradas se mantenían en un silencio ensordecedor. Hay tal resignación, tal enfado, que los aficionados no son capaces ni de canalizarlo. Aún que aguantaron hasta los 22 minutos de la segunda mitad, cuando con 0-2 ya en el marcador, el colegiado expulsó a Pedro del Campo por doble amonestación.

La afición ya ni miraba. Los poco que quedaban se resistían a ver cómo caía el 0-3 y el 0-4. Un resultado vergonzoso para hacer caer a más de uno.

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