Carlos Sainz sigue haciendo historia. El piloto madrileño de 61 años acaba de sumar su cuarto Dakar, tras los logrados en 2010, 2018 y 2020, ampliando además un récord que ya ostentaba, siendo el piloto madrileño el de más edad en ganar este certamen.
Todos los éxitos logrados por el piloto madrileño no hubieran sido posibles sin la valiosa aportación de un equipo, que trabaja en la sombra, realizando una labor fundamental para facilitar sus triunfos. Y entre ellos sobresale la figura del deltebrense Joan Navarro, el ingeniero jefe del equipo X-Raid y su principal pilar.
Cada vez que Carlos Sainz terminaba una exigente y dura etapa en el Dakar y llega al vivac, el campamento temporal en el que los pilotos descansaban y realizaban, junto con sus equipos, el mantenimiento de los vehículos, buscaba de inmediato a Joan Navarro.
El ebrense se encargaba de comprobar cada día el estado del coche, hacer su configuración y trabajar con el madrileño todos los detalles referentes al funcionamiento del coche.
Era el enlace entre el piloto, mecánicos e ingenieros, una pieza indispensable para el buen engranaje del equipo.
Joan Navarro tenía una enorme responsabilidad y si no había terminado de comprobar que el coche cuenta con las máximas garantías para seguir compitiendo al más alto nivel, no se acostaba. Durante el Dakar Navarro tan solo dormía un promedio de tres horas diarias. Se levantaba sobre las cinco de la madrugada, encendía el vehículo, revisaba que todo estuviera en condiciones y luego cogía un coche del equipo para asistir al de enlace antes de la etapa, y si era necesario tras su finalización antes de llegar al vivac.
Joan Sebastián Navarro nació hace 38 años en Deltebre. Aunque en su familia no existen antecedentes sobre el mundo de los coches, en él despertó muy pronto una gran pasión. Estudió en la Universidad Politécnica de Barcelona ingeniería mecánica e industrial y a los 22 años recibió una beca que concedía Fernando Alonso a las 12 mejores promesas de la ingeniería del motor, para estudiar durante un año el mejor Máster de Europa, el Motorsport Engineering en Oxford.
De ahí, pasó a HRT, en la F1, y al Campeonato de España de Rallyes de Tierra, donde conoció a Nani Roma, con el que trabajó y debutó en el Dakar de 2014 Mini X-Raid, en el que se impuso el piloto de Folgueroles. Mejor no pudo ser su debut, siguiendo seis años en el conjunto, y ascendiendo a ingeniero jefe, fijando su residencia cerca de Frankfurt con su pareja, también ingeniera de competición. Después llegó su éxito con Carlos Sainz.
Navarro ha estado en Fórmula 1, en el Mundial de Rallyes, el Mundial de Turismos y en el Dakar, donde debutó en el 2014, y lleva ya 11 ediciones, en la que considera su prueba favorita. «La razón es que hay una gran parte de aventura que las otras no tienen porque son más predecibles, sobre todo los circuitos. Aquí, sin embargo, hay una parte de adaptación, de entrar en lo desconocido. Por ejemplo, no sabemos cómo es la etapa del día siguiente: la organización nos va pasando la información a cuentagotas y tenemos que calcular la gasolina, hacer el set-up, las alturas, decidir todo. Esta parte de aventura es lo que más me gusta. Los coches aquí no son todos iguales como la Fórmula 1, son muy diferentes, tienes mucha flexibilidad y puedes modificarlos, y también hacer una estrategia de equipo que en otras disciplinas no existe», cuenta.
De momento, el ingeniero de Deltebre no ha desvelado cuál será su futuro, pero existen rumores sobre su posible vinculación con la marca Ford, que al parecer está dispuesta a contar con equipos en las competiciones de rallyes.