El Nàstic estará en la siguiente ronda de la Copa del Rey a la espera de que la fortuna le sonría y le caiga un club de los grandes. La clasificación fue un suplicio de 120 minutos. Los 90 reglamentarios no fueron suficientes para decantar una eliminatoria igualada con los goles de Javi Márquez y de Carles Mas en el primer tramo de partido.
Todo apuntaba a la lotería de los once metros. Pero Thomas Amang liberó al Nou Estadi de un final agónico en la tanda de penaltis. Poco más de diez minutos necesitó el camerunés para reventar el partido con dos tantos. El primero un golazo de bandera que levantó a toda la grada.
En el Nou Estadi no todas las acciones se cobran igual. El criterio arbitral resulta incoherente. Hace unos días Bonilla se fue a la caseta por una entrada criminal merecedora de la expulsión. Ayer, Comas lanzó una patada a la altura de la rodilla de Javi Márquez que bien valía un cartulina roja. En esta ocasión, al colegiado de turno, el valenciano Sergio Escriche le pareció bien una sencilla amarilla creando una disparidad de criterios que genera en los futbolistas una sensación de incomprensión del reglamento total. Y a los aficionados la impotencia de ver a los suyos siempre perjudicados.
El Olot salió duro al césped. Dispuesto a pelear por cada balón sin concesiones. Raúl Garrido, técnico olotino, guardó titulares pero sin que ello supusiera lanzar la competición copera. En su caso, sí sirvió para dar oportunidades a los menos habituales.
Seligrat ya había advertido que no tenía motivos para repartir minutos. Su equipo necesita motivos para crecer. Victorias para recuperar la alegría perdida con las dos últimas derrotas consecutivas. Devolvió a Goldar a la defensa y sacó a Petcoff para formar la sala de máquinas con Javi Márquez. El capitán está con ganas de protagonismo. De querer demostrar su liderazgo. Con un ímpetu que le dio para empalar un balón caído del cielo, producto de un rechace que él mismo había provocado, y soltar un mísil que se coló lamiendo el travesaño.
A las primeras de cambio igualó el Olot. Los gerundenses reaccionaron con valentía al tanto grana. Como advirtió Seligrat asumieron el peso de la posesión con naturalidad. Las ideas muy claras y ejecuciones sencillas para llegar a territorio tarraconense con facilidad. El empaque visitante chocaba con un Nàstic que retrocedía algo temeroso de perder el botín. La protección aguantó 14 minutos. Hasta un saque de esquina que Carles Mas ganó en alto y remató a gol.
El Olot andaba como Pedro por su casa. El Nàstic (y la grada) se desquiciaba con el árbitro -con razón-, mientras los visitantes sometían el partido a sus designios.
Los de Seligrat iban a ráfagas. Momentos inspirados en las individualidades de Brugui o los centros de Bonilla. El soriano volvió a liarla para bien. Sirvió una asistencia que Goldar testó con un salto académico hacia el fondo de la red. Un tanto de bella factura que quedó invalidado por supuesta posición antirreglamentaria del central gallego. Muy dudosa.
El paso por los vestuarios no ayudó al Nàstic. El guión se mantuvo para desesperación de la hinchada. Ver a tu equipo en tu casa tan superfluo y superado por un rival de tu liga más ambicioso provoca una enorme frustración.
Solo Brugui seguía ofreciendo ese desequilibrio entre líneas que ponía en apuros a la defensa del Olot. Le costó poco al de Bàscara armar la pierna en la media luna. Tomó potencia el cuero en un suspiro. El meta visitante apenas tuvo tiempo de reaccionar. Lo justo para poner la manopla y desviar la pelota por encima del travesaño.
No había fluidez en las filas granas. Ni ideas. Los ataques se desinflaban en los pies de Pedro o Lolo Plá, muy flojos ambos. Entró Gerard Oliva para ganar alguno de los duelos aéreos que habían caído todos del lado gerundense.
El árbitro seguía cargando de razones a los tarraconenses para desesperarles con un criterio de dudosa imparcialidad. No había por dónde cogerlo.
Tampoco al Nàstic que seguía en una zona gris alumbrada puntualmente por las apariciones de Brugui. Sus conducciones verticales dibujaban la única manera de acercarse al gol. El larguero lo impidió cuando el Nàstic más estaba sufriendo.
Ni uno ni otro rompieron la igualada y el encuentro se marchó a la prórroga. Una agonía de partido que liberó Thomas Amang. El camerunés llevaba tres minutos sobre el terreno de juego cuando transformó en oro un balón escorado. Sin apenas ángulo rompió la red para asombro de todos los presentes.
Nadie se lo esperaba. La aparición de un jugador inédito con Seligrat. Era su momento y supo aprovecharlo como pocos. Acompañó a Pol Valentín en una contra dirigida por el figuerense de manual para empujar el cuero a la red y sentenciar la eliminatoria.
Un triunfo reparador. Vitamina ante el Hércules. Último del año.
FICHA TÉCNICA
Nàstic. Bernabé, Albarrán, Goldar, Juan, Bonilla, Petcoff, Márquez (Viti, min. 60), Pol Ballesteros (Amang, min. 107), Brugui, Pedro (Gerard Oliva, min. 66) y Lolo Plá (Valentín, min. 83).
Olot. Marc, Mas (José, min. 108), Comas (Aspar, min. 100), Pedro, Soler (Salinas, min. 79), Baró, Xumetra, Chavarría, Eloi Amagat (Masó, min. 94), Vivi y Kilian.
Goles. 1-0, Javi Márquez (min. 16); 1-1, Mas (min. 16); 2-1, Amang (min. 110); 3-1, Amang (min. 120).