Ballart sujeta al Calafell y Rojas lo manda a la lona (Reus 2-1 Calafell)

El portero rojinegro lo para todo y el chileno aparece en la agonía para decantar el derbi y meter a los rojinegros en semifinales

03 marzo 2023 22:19 | Actualizado a 03 marzo 2023 22:25
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No fue un partido bonito porque las guerras nunca lo son. Calafell y Reus libraron una batalla en la que el honor estuvo presente tanto para el vencedor como el vencido. Ambos se dejaron la vida sobre la pista, pero solo podía ganar uno. Fue el Reus que golpeó en la agonía mediante uno de sus jóvenes valores. Rojas marcó el gol de la victoria. Un tanto que tuvo todo el sentido del mundo porque Càndid Ballart había parado mucho antes. Ahora espera el FC Barcelona en semifinales en una Copa que se queda sin anfitrión a las primeras de cambio.

Los dos conjuntos comparecieron conectados desde el primer segundo. No había tiempo que perder. Todo se iba a decidir por detalles por eso cada centímetro de la pista importaba. Las dos faltas que hizo el Calafell en el primer minuto de juego fueron un ejemplo de que iba a ser un encuentro tenso y en el que la agresividad, en el buen sentido de la palabra, iba a reinar en ambos lados de la pistas.

Los 10 primeros minutos marcaron desde un comienzo el guion del partido. El control por encima de todo. Un encuentro ordenado era el objetivo. Los dos querían sumergir el duelo en ese ritmo y lo consiguieron. Así que pasaban pocas cosas en los ataques estáticos y los síntomas de peligro se dibujaban en las transiciones.

El primer acto de locura fue efímero porque no valió para disgusto rojinegro. Aragonès se había inventado una de esas jugadas personales que tanto domina para cederle el gol en el segundo palo a Joan Salvat. El capitán no marcó y se fue directo a celebrarlo con los aficionados reusenses que yacían detrás de la portería. Andaba en plena locura subido en las redes, pero se anuló porque el colegiado consideraba que se había ayudado con el patín para abrir el marcador. Más que dudoso.

En encuentros tan cerrados hay un factor que toma una importancia notoria, la bola parada. El Calafell dispuso de la primera en el partido tras un penalti provocado por Casas en esos terrenos pantanosos dentro del área en los que tanto incordio genera. Entre Compagno y Salvat le desequilibraron y los colegiados señalaron penalti. Miras tenía la oportunidad de desatar el delirio en el Ortoll, pero no lo logró. Càndid Ballart apareció para salir vencedor en el penalti. Le tapaba el hueco por su derecha a un consumado especialista con un 80% de acierto en esa faceta. Ya eran dos paradas de tremendo mérito porque antes le había sacado un mano a mano a Arnau Xaus.

Cuando quedaban menos de 10 minutos pareció abrirse un período corto de ida y vuelta. Ambos equipos se quisieron golpear y otra vez se quedaron muy cerca. De nuevo apareció Miras para lanzar un cohete desde larga distancia que tocó en la escuadra y luego sacó Ballart. En la siguiente jugada fue el turno para Rojas que en pleno descontrol se quedó mano a mano en una rápida contra, pero lanzó fuera. Aquel partido que se estaba dibujando no gustó nada y rápidamente se pidió un tiempo muerto para frenar el ritmo. Era tremendo el respeto que se tenían ambos equipos. Ambos apostaban a los pocos golpes. Los intercambios para otro día. Demasiado en juego.

“Seleccionemos cuando haya vértigo y cuando no”. Las indicaciones de Ferran López no podían ser más definitorias tras pedir tiempo muerto en otro latido del partido. Julià y Miras habían intentado sacar la varita, pero otra vez Camps y Ballart imponían su ley. Por si el plan de partido se iba de la cabeza, desde el banquillo se encargaban de recordarlo, aunque para ello fuese necesario pararlo.

Se inició la segunda mitad y algo se tenía claro, las faltas directas iban a dictar sentencia. Ambos iban a disponer de una porque estaban cerca de las 10 faltas con 9 y 8 infracciones respectivamente. Era cuestión de tiempo de gozar de la ocasión. Luego tocaba ser certero. En partidos tan cerrados, los goles valen doble.

Marc Julià iba a caer en la trampa en el primer minuto de la segunda parte. Cometía la décima sobre Xaus y dejaba a Casas solo ante la gloria. El killer del Calafell, del que se dice que podría tener cerrado su fichaje por el Reus, desataba el delirio con una ejecución maestra. Sus 32 goles en la OK Liga no son casualidad. Lo demostraba, superando a Ballart y abriendo el marcador. El Calafell estaba por delante, pero con un mundo por delante.

Al Reus se le dibujaba un contexto diferente de encuentro que le obligaba a asumir riesgos. Salir del control para intentar sumergir el partido en el toma y daca. Todo lo contrario que un Calafell que si con el 0-0 quería orden, imagínense con el 0-1. No pudo sujetar demasiado esa ventaja porque el conjunto rojinegro reaccionó con talento y personalidad. Rojas, Julià y Gelmà ejecutaban una triangulación mortífera para poner el empate en el encuentro.

Sin tiempo para celebrar llegó la décima para el Calafell. El Reus de repente se encontraba con la oportunidad de darle la vuelta al marcador en un abrir y cerrar de ojos. Ni en los mejores sueños de Jordi García. Marc Julià iba a tomar la responsabilidad. El experto rojinegro no pudo porque Camps le cerró todas las puertas. Si Casas no había perdonado, Julià si lo había hecho. Era un momento psicológico aquel. El Calafell había resistido y el Reus había desaprovechado la opción de ponerse por delante. Un partido volvía a nacer.

Otra vez Gerard Camps apareció para sacarle un gol a Compagno que ya se celebraba. El italiano había ejecutado un disparo rápido y certero tras un buen pase de Gelmà, pero de nuevo el meta del Calafell había emergido para mantener a su equipo en la igualdad.

Las faltas directas se volvían a dibujar en el horizonte porque el Reus andaba con 14 y el Calafell con 13. Todo era producto de la intensidad que había sobre pista. Ir al límite tiene penalizaciones y ambos conjuntos lo asumían con naturalidad. Giménez caía en la trampa de Miras y hacía la 15ª.

De nuevo Casas iba a tener la oportunidad de poner al Calafell por delante. En la primera no había fallado. En la segunda sí lo hizo, aunque no hay que quitarle mérito a un Ballart que se hizo gigante.

Le iba a tocar volver a verse las caras con Casas porque pocos instantes después, Compagno se dormía, Miras le robaba la bola y se marchaba en vuelo. Giménez tuvo que frenarle y vio la azul. Otra directa. Ésta inesperada. Arnau Xaus era el que asumía esta vez el peso, pero de nuevo Ballart resultaba vencedor. Ahora le tocaba al Reus resistir en la inferioridad. Lo hizo porque de nuevo Ballart le ganó la partida a Xaus cuando el tiempo de superioridad del Calafell ya se consumía.

Resistir tenía premio porque Compagno iba a provocar la 15ª. Esta vez la directa era para Rojas. El chileno le clavó tres al Liceo hace pocas semanas, pero Camps no estaba por la labor y le frenó.

Falló en la directa Rojas, pero no minutos después. Estuvo más listo que nadie. Aprovechó un rechace de Camps a un tiro de Julià para engatillar rápido. Fue un KO directo porque ya no hubo reacción. El Reus ganó un igualado derbi. Ahora le toca el favorito en semis, el Barça.

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